CLOC

Coordinadora Latinoamericana de Organizaciones del Campo

Su surgimiento resultó de la experiencia de convergencia regional forjada a lo largo de la campaña continental 500 años de Resistencia Indígena, Negra y Popular (1989-1992), que fue convocada, entre otros, por el Movimiento de los Trabajadores Rurales Sin Tierra (MST) de Brasil y por organizaciones campesinas e indígenas de la Región Andina. Tal experiencia desembocó en la realización del I Congreso Latinoamericano de Organizaciones del Campo, en Lima (Perú), en febrero de 1994. En el encuentro, representantes de más de 80 organizaciones de 18 países de América Latina y el Caribe firmaron la constitución de la CLOC, con la intención de unir fuerzas y experiencias acumuladas. La CLOC agrupa actualmente decenas de organizaciones de campesinos, de sin-tierras, de pequeños y medianos agricultores, de trabajadores rurales, de indígenas y mujeres del campo de casi todos los países de América Latina y el Caribe.

En 1997, la entidad realizó en Brasil su II Congreso, cuando celebró la I Asamblea de Mujeres del Campo; su III Congreso (México, 2001) estuvo acompañado por la I Asamblea de los Jóvenes del Campo. El IV Congreso, realizado en octubre de 2005 en Guatemala, contó con la participación de delegados de 88 organizaciones campesinas e indígenas provenientes de 25 países del continente.

Globalización de la lucha y de la esperanza 

La CLOC también impulsó y fue el pilar organizador de la Vía Campesina, espacio de articulación internacional de organizaciones y movimientos sociales rurales de América, Asia y Europa. Bajo el lema “globalicemos la lucha, globalicemos la esperanza”, la CLOC y la Vía Campesina protagonizaron, promovieron y participaron de las diferentes experiencias de coordinación internacional del movimiento “altermundialista” (Foro Social Mundial –FSM–, campañas contra el libre comercio, etc.) y de la lucha contra la mundialización neoliberal. Vinculando su premisa de unidad en la diversidad, el funcionamiento de la CLOC se basa en un esquema organizacional descentralizado, en el cual las organizaciones nacionales se articulan en el ámbito regional (América del Norte, América Central, Caribe, Región Andina y Cono Sur), con una secretaría operadora como instancia de enlace continental.

En más de una década de existencia, la CLOC consiguió vincular las luchas campesinas por problemáticas locales emergentes con la política nacional, continental e internacional. Sin duda, una de las cuestiones fundamentales que animan ese esfuerzo de coordinación continental se trata de la lucha por el acceso a la tie­rra y su justa distribución, así como de la reforma agraria, considerada el principal instrumento para combatir la pobreza en las áreas rurales americanas. Sin embargo, los objetivos de esa articulación hemisférica de organizaciones del campo van más lejos. Como canal de expresión de las nuevas características y problemáticas que afrontan los movimientos sociales de origen rural en América Latina y de los desafíos que el capitalismo neoliberal propone, la CLOC orienta sus esfuerzos hacia la construcción de un proyecto popular e independiente que preserve la soberanía sobre la tierra y los territorios; que reclame –frente al agronegocio– la soberanía alimentaria y la preservación del medio ambiente, que luche contra la privatización y la apropiación de los recursos naturales por parte del mercado y de las corporaciones transnacionales; que enfrente los procesos de liberalización económica, mercantilización y militarización social que la mundialización neoliberal imprime, y que rescate el conocimiento propio, el legado cultural y los valores de los pueblos originarios y de las comunidades campesinas.

Derechos de los pueblos 

La CLOC considera que la agricultura y los alimentos constituyen un derecho básico de los pueblos y que, por lo tanto, el sistema alimentario no puede quedar sometido a la lógica del mercado. La denuncia y la confrontación contra la expansión de un modelo agrícola basado en la producción intensiva orientada a la exportación bajo el control del complejo agro-alimentario transnacional se traducen en la reivindicación de la soberanía alimentaria como necesidad y derecho de los pueblos del mundo y en la defensa de la producción campesina y de los mercados locales y regionales. En la misma dirección, la CLOC se propone defender el medio ambiente y la cualidad de los alimentos, trabaja para conseguir la prohibición de las tecnologías peligrosas, también cuestiona los cultivos transgénicos y propone que los recursos naturales –como la tierra, el agua y el aire– no queden bajo el dominio y el control del mercado y de las corporaciones multinacionales. Se opone así a que se privaticen y patenticen los materiales genéticos que dan origen a la vida, y recomienda que las semillas sean consideradas patrimonio de la humanidad, para impedir su mercantilización.

En esa dirección, una de las luchas centrales que la CLOC sugiere es la de detener la implantación del Área de Libre Comercio de las Américas (ALCA) y los Tratados de Libre Comercio (TLC) e impedir la injerencia de la Organización Mundial del Comercio (OMC) en la agricultura. La Coordinadora también cuestiona el libre comercio y los instrumentos de dominación económica y política, promovidos por los Estados Unidos y por la Unión Europea. Además, ante la criminalidad creciente y las persecuciones que sufren las organizaciones y los activistas campesinos, la CLOC lleva adelante una campaña por la desmilitarización del campo y contra la instalación de bases militares extranjeras en la región.

Algunas de las organizaciones miembros de la CLOC son: en Brasil, el Movimiento de Trabajadores Rurales Sin Tie­rra (MST), el Movimiento de los Perjudicados por Represas (MAB, Movimento dos Atingidos por Barragens), la Confederación Nacional de los Trabajadores en la Agricultura (Contag), la Articulación Nacional de Mujeres Trabajadoras Rurales (ANMTR), la Comisión Pastoral de la Tierra (CPT), el Movimiento de los Pequeños Agricultores (MPA); en Bolivia, la Confederación Sindical de Colonizadores de Bolivia (CSCB/FTC); en Chile, la Asociación Nacional de Mujeres Rurales e Indígenas (Anamuri), la Confederación Nacional Sindical Campesina e Indígena de Chile (Nehuen); en Nicaragua, la Asociación de Trabajadores del Campo; en la Argentina, el Movimiento Campesino de Santiago del Estero (Mocase); en Ecuador, la Federación Nacional de Organizaciones Campesinas Indígenas y Negras de Ecuador (Fenocin), la Confederación Única Nacional de Afiliados al Seguro Campesino (CONFER-NASSC); en Cuba, la Asociación Nacional de Agricultores Pequeños (ANAP); en México, la Unión Nacional de Organizaciones Regionales Campesinas Autónomas (Unorca), la Central Independiente de Obreros Agrícolas y Campesinos (CIOAC); en Costa Rica, la Mesa Nacional Campesina; en Paraguay, el Movimiento Campesino Paraguayo (MCP); en Guatemala, la Coordinadora Nacional Indígena y Campesina (CONIC); en Perú, la Confederación Campesina de Perú (CCP); en la República Dominicana, la Confederación Nacional de Mujeres del Campo (Conamuca); en Colombia, la Asociación Nacional de Usuarios Campesinos Unidad y Reconstrucción (Anucur), la Federación Nacional Sindical Unitaria Agropecuaria (Fensuagro). 

por admin publicado 01/09/2016 16:30, Conteúdo atualizado em 05/07/2017 15:30