El Movimiento de los Trabajadores Rurales sin Tierra (MST) es el movimiento campesino brasileño más activo en la lucha por la tierra. En sus veinte años de existencia, se organizó en 23 de las 27 unidades federativas. Actuando en escala nacional, en el período 2000-2004, realizó 850 ocupaciones con 174.448 familias. La lucha es la principal forma de acceso a la tierra en la conquista de asentamientos rurales, dimensionada en varios sectores de actuación del movimiento, como la producción, la educación, la cultura, la salud, las políticas agrícolas y la infraestructura social. Por medio de ese proceso de territorialización, el MST creó centenas de cooperativas y asociaciones agropecuarias. Se trata de un importante proceso de resocialización que ha contribuido al desarrollo económico y la intensificación de la cuestión agraria brasileña.
El proceso de formación del MST comenzó a fines de la década de 1970, con el apoyo de la Comisión Pastoral de la Tierra (CPT). En la región centro-sur de Brasil, la CPT apoyó a las familias campesinas movilizadas en las ocupaciones de tierra que dieron origen al MST. El Primer Encuentro Nacional tuvo lugar en 1984, fecha oficial de la fundación del Movimiento. En las décadas de 1980 y 1990, se territorializó por todas las regiones brasileñas, conquistando miles de asentamientos rurales. Era el renacimiento de los movimientos campesinos en Brasil, luego de que fueran extinguidos, la mayoría, por la dictadura militar implantada con el golpe de 1964. Las acciones del MST resultaron esenciales para los cambios en las políticas agrarias.
Brasil es uno de los países con mayor concentración agraria del mundo, panorama que no ha sido alterado sustancialmente, a pesar de los diversos planes de reforma agraria. El gobierno totalitario instituyó el Estatuto de la Tierra, una ley que expresaba los principios de la reestructuración agraria, pero que jamás fue aplicada. En 1985, durante el primer gobierno luego de la redemocratización, se elaboró el Plan Nacional de Reforma Agraria (PNRA). En respuesta, los ruralistas crearon la Unión Democrática Ruralista (UDR), que actuó intensamente para evitar la implantación del PNRA. En 1988, con la elaboración de la nueva Constitución, la reforma agraria sufrió un duro golpe de los ruralistas. Aunque la reforma hubiese sido aprobada en la Constitución, su realización dependía de una ley complementaria, que solamente se aprobó en 1993: la Ley 8.629, que reglamentaba la expropiación de tierras.
El aumento de las ocupaciones de tierra y del número de familias acampadas presionó al gobierno del presidente Fernando Henrique Cardoso, electo en 1994, hacia una amplia política de asentamientos rurales. En 1998, en su segundo mandato, Fernando Henrique adoptó la política agraria de carácter neoliberal: criminalizó la lucha por la tierra e implantó una política de mercantilización de las propiedades, denominada reforma agraria de mercado, que creció rápidamente, en detrimento de las expropiaciones. Las políticas de asistencia técnica y de crédito para la reforma agraria fueron abandonadas, obstaculizando el desarrollo de los asentamientos y precarizando la vida de centenas de miles de familias asentadas. Proscribió incluso la política de educación para los asentamientos, que había sido creada a partir de un conjunto de acciones del MST.
La esperanza en la realización de la reforma agraria se recuperó con la elección de Luiz Inácio Lula da Silva para presidente de Brasil. En 2003 se elaboró el II Plan Nacional de Reforma Agraria (II PNRA), que prometía asentar a 530.000 familias, de las cuales 400.000 serían por expropiación y 130.000 por la política de crédito agrario, una nueva versión de la denominada reforma agraria de mercado. En 2003 hubo 391 ocupaciones de tierra, con 65.522 familias. En el año 2004, fueron 461 ocupaciones, con 73.657 familias; el 75% de estas familias habían sido organizadas en el MST. La respuesta del gobierno a las reivindicaciones de los campesinos aún no alcanzó lo prometido en el II PNRA. En 2003, el gobierno de Lula asentó 35.623 familias: 8.521 familias en tierras expropiadas o compradas y 27.102 en asentamientos antiguos, en lotes abandonados por causa de la precarización de las políticas agrarias.
En 2004, el gobierno de Lula asentó 81.160 familias; 25.975 de ellas en tierras expropiadas o compradas y 55.185 en lotes de asentamientos ya existentes. Esos datos son indicadores de la tímida política de reforma agraria de su gobierno. Ese resultado presenta dos indicadores importantes para los movimientos campesinos: primero, las ocupaciones continúan siendo las principales formas de acceso a la tierra, pues el 90% de los asentamientos resultan de ocupaciones; segundo, la reforma agraria, así como el conjunto de políticas que la acompaña para el desarrollo territorial, no se efectiviza solamente con la elección de la presidencia de la República; depende, principalmente, de la calificación de las organizaciones campesinas y de sus estrategias políticas.
A lo largo de sus tres décadas de existencia, el Movimiento de los Trabajadores Rurales sin Tierra consolidó el asentamiento de más de 350 mil familias, en todas las regiones de
Brasil.