Nacido en el interior del Estado de Paraíba, Celso Furtado se graduó en derecho en la Universidad de Brasil, actual Universidad Federal de Río de Janeiro. En 1943 ingresó, por concurso público, en el Departamento de Administración del Servicio Público (DASP). Dos años más tarde integró la Fuerza Expedicionaria Brasileña (FEB) en Italia. Posteriormente, cursó el doctorado en economía en la Universidad de París, donde a los 28 años presentó su tesis sobre la economía colonial brasileña. De regreso en Brasil, en 1948, se trasladó a Santiago de Chile, donde integró el núcleo fundador de la Comisión Económica para América Latina y el Caribe (CEPAL). En dicha institución convivió con el economista Raúl Prebisch, quien en 1949 redactó su documento básico, desde el cual lanzaba el paradigma nacional desarrollista.
De Prebisch, el economista brasileño absorbió la crítica a la teoría de las ventajas comparativas mediante los conceptos de centro y periferia y deterioro de los términos del intercambio, así como también la propuesta de superar la especialización internacional agrícola o mineral exportadora por medio de la industrialización sustitutiva de importaciones. Influenciado por el keynesianismo, Furtado desarrolló la temática de la planificación estatal como aporte técnico a los trabajos de la CEPAL. En 1953 presidió, en Río de Janeiro, el Grupo Mixto CEPAL-BNDE (Banco Nacional de Desarrollo Económico y Social), que elaboró un estudio sobre la economía brasileña, con el acento puesto en las técnicas de planificación. El informe del Grupo Mixto, editado en 1955, fue una de las bases del Programa de Metas del gobierno desarrollista de Juscelino Kubitschek (1956-1961). En 1958 fue designado director del BNDE. Entre los años 1960 y 1964 fue superintendente de la Sudene (Superintendencia para el Desarrollo del Nordeste), que él mismo ideó y concibió y, entre 1962 y 1963, fue el primer ministro de Planificación de Brasil, cuando elaboró el Plan Trienal.
Análisis del subdesarrollo
La gran contribución de Furtado reside en sus estudios sobre Brasil y el subdesarrollo. Éste se define por la incapacidad que tiene una economía nacional de internalizar sus centros de decisión, por la dualidad estructural, que mantiene a un segmento de la población desempleado o empleado en actividades de baja productividad, y por el colonialismo cultural, que reduce el ahorro interno, deprime el aparato productivo nacional y genera déficits en la balanza de pagos, lo cual refuerza los fenómenos anteriores. Para el autor, el subdesarrollo no es una etapa, sino el resultado de la condición periférica de inserción internacional. La estrategia para superarlo fue variando en el conjunto de su obra. Hasta fines de los años 50 se vinculó con la creencia en el papel integrador de la industrialización sustitutiva y con el papel complementario de la reforma agraria, orientada a las estructuras fundistas más atrasadas. Tal visión está presente en el clásico Formação Econômica do Brasil (Formación Económica de Brasil) (1959), que pone al desnudo las raíces del subdesarrollo brasileño, enfatizando sus orígenes coloniales, y revela los obstáculos para la constitución de un sistema económico nacional endógenamente dinámico. La problemática regional comienza a descollar. El latifundio primario exportador, concentrador de ingresos, traba la integración del Nordeste con el proceso de industrialización nacional; la reforma agraria es allí indispensable para anular las disparidades regionales y afirmar nacionalmente el proceso de desarrollo. Con las confrontaciones sociales y políticas que marcaron el gobierno de João Goulart, el autor puso el énfasis sobre las reformas sociales.
El golpe militar de 1964 le arrebató sus derechos políticos. Exiliado, Furtado se trasladó a Chile y a los Estados Unidos, donde fue profesor de Yale. En 1965 asumió la cátedra de Desarrollo Económico en la Universidad de París, en la cual permaneció durante veinte años entre el equipo de profesores de la Sorbona.
En los primeros tiempos de ese período en el exterior, su decepción con los resultados de la política de sustitución de importaciones era enorme. Para el autor, esa industrialización había creado un nuevo dualismo, al basarse en tecnologías que ahorraban mano de obra, adecuadas para los países centrales pero no para los periféricos, ya que éstos no absorbían el excedente de mano de obra rural y creaban altos índices de desempleo urbano disfrazado, colocando a la población urbana en segmentos de baja productividad. Furtado le atribuyó al capitalismo de sustitución de importaciones de la periferia el estancamiento, en virtud de la escasez de divisas para profundizar la industrialización. Esa escasez resulta del deterioro de los términos del intercambio, asociado al desempleo estructural, al proteccionismo de los países centrales y a la falta de elasticidad de la demanda de los productos primarios. Ese enfoque (en el cual el socialismo representa la única alternativa para el desarrollo) surge principalmente en las obras Subdesenvolvimento e estagnação na América Latina (Subdesarrollo y estancamiento en América Latina) (1966) y Teoria e política do desenvolvimento econômico (Teoría y política del desarrollo económico) (1967).
En la década de 1970 Furtado rectificó esa visión en libros como A economia latino-americana (La economía latinoamericana) (1976) y A nova economia política (La nueva economía política) (1976), y destacó el papel de las empresas transnacionales en la viabilización y el desarrollo del capitalismo periférico, así como su gravamen financiero. Pero apostó a la democracia y al fuerte consenso social que ésta es capaz de generar en torno a las reformas sociales, como el factor de transformación de las sociedades periféricas desde la acción coordinadora del Estado, en particular en los países semicontinentales, en los cuales la industrialización se desarrolló manteniendo el subdesarrollo.
Nueva dependencia y nuevas generaciones
Con la redemocratización, Furtado fue nombrado embajador de Brasil ante la Comunidad Económica Europea (1985-1986) en Bruselas, y ministro de cultura del gobierno de José Sarney (1986-1988). El tema de A nova dependência, dívida externa e monetarismo (1982) y de ABC da dívida externa (1989) fue la crisis de la deuda externa en la América Latina de los años 80. El locus de la “nueva dependencia” se encontraría en los dictámenes del sistema financiero capitaneado por Wall Street y Washington.
A lo largo de la década de 1990, en América Latina se afirmaron el Consenso de Washington y la globalización neoliberal. En sus análisis, Furtado enfatizó las dimensiones financiera y tecnológica, así como también el poder de los Estados Unidos. No obstante reiteró su creencia en la capacidad de los países semicontinentales de la periferia de dirigir su proceso de desarrollo a través de un capitalismo organizado, basado en un fuerte apoyo social y en una centralización financiera interna que impulsase, por medio del sector bancario público y privado, el desarrollo de la burguesía industrial local, generando un estándar de consumo que priorizase el desarrollo tecnológico y el mercado interno y regional.
Su último escrito, Os desafios da nova geração (2004), convoca a los jóvenes economistas brasileños a asumir la responsabilidad sobre su destino, contribuyendo, por consiguiente, con el desarrollo nacional. En este texto se encuentran presentes la necesidad de una reforma agraria capaz de ampliar el mercado interno, la urgencia por superar la dependencia ideológico-cultural y la fe en Brasil.
Fue miembro de la Academia Brasileña de Letras (1997) y de la Academia Brasileña de Ciencias (2003), y candidato al Premio Nobel de Economía (2004). Murió en su casa de Río de Janeiro en el año 2004. En 2009 fue inaugurada en Río de Janeiro la Biblioteca Celso Furtado con 7.500 libros que pertenecieron al acervo del economista.