Con el fin de las dictaduras militares en el Cono Sur y el vuelco de los movimientos armados de América Central hacia el terreno de la lucha política, el Partido de los Trabajadores (PT) organizó, en julio de 1990, el Foro de São Paulo, la ciudad elegida para el primero de esos encuentros en Brasil. En él participaron los principales partidos políticos de la izquierda del continente, entre ellos el Partido de la Revolución Democrática (PRD) de México, el Frente Amplio (FA) de Uruguay, el Frente Farabundo Martí de Liberación Nacional (FMLN) de El Salvador, el Partido Comunista de Cuba, y el Frente Sandinista de Liberación Nacional (FSLN) de Nicaragua.
El Foro se pronunció por la unidad de la izquierda, por la importancia de la lucha por la democracia y los derechos humanos, y por el antiimperialismo, y afirmó la solidaridad con la Revolución Cubana y con otras experiencias de gobierno de izquierda.
Los Foros se siguieron organizando regularmente en varios lugares del continente, pero perdieron fuerza a medida que los partidos que los integraban formaban parte de gobiernos –como el de Fernando de la Rúa en la Argentina, el de Luiz Inácio Lula da Silva en Brasil, o el de Tabaré Vázquez en Uruguay– que no rompieron con el modelo neoliberal, blanco de la lucha de la izquierda en las últimas décadas.
Este fenómeno se debió también al surgimiento del Foro Social Mundial (FSM), que canalizó la gran mayoría de los movimientos sociales del continente y buena parte de sus fuerzas políticas, y demostró un carácter más frontal en la lucha antineoliberal y una capacidad de convocatoria más amplia que la del Foro de São Paulo.
En 2013 el ex presidente Lula abrió el Foro de São Paulo reclamando renovación política, más unión de la izquierda y convocando a todos para el objectivo de “asociar el futuro de Brasil al futuro de América del Sur, de toda Latinoamérica y el Caribe”.