Las Ligas Campesinas comenzaron a constituirse a mediados de la década del 40, como una de las primeras formas de organización política del campesinado brasileño. Acababa de terminar la dictadura del entonces presidente Getúlio Vargas, y Brasil estaba iniciando un período de democratización.
Las Ligas fueron creadas en casi todos los estados, y se manifestaron bajo diferentes formas de lucha, por campesinos propietarios, poseedores o arrendatarios que se resistían a la expropiación de la tierra y a pasar a ser asalariados. Eran apoyadas por el Partido Comunista Brasileño, el cual fue proscrito en 1947, al mismo tiempo que se desencadenaba una violenta represión contra el movimiento campesino por parte del gobierno de latifundistas. Las Ligas fueron recreadas a mediados de la década de 1950 y, una vez más, extinguidas en 1964, con el golpe que instaló la dictadura militar que duraría hasta 1985.
En 1955, las Ligas resurgieron en el Nordeste brasileño, con la creación de la Sociedad Agrícola de Plantadores y Ganaderos de Pernambuco, en el Municipio de Vitória de Santo Antão, en una propiedad rural denominada Engenho da Galiléia. Sus asociados eran foreiros [nombre con el cual se conocía a los campesinos que arrendaban tierras en los ingenios azucareros], y pagaban la renta de las tierras al propietario en forma de alquiler anual, un sistema denominado foro. La asociación representaba una forma de resistencia de los campesinos, que se organizaron tanto para ayudarse mutuamente en el pago del foro como para luchar contra ese pago. Contaban con el apoyo político del abogado Francisco Julião, diputado por el Partido Socialista Brasileño. Julião hizo su aporte a la expansión de las Ligas a lo largo y a lo ancho del país y se convirtió en uno de sus principales líderes.
Las Ligas se multiplicaron en casi todos los estados; tenían como principales objetivos la resistencia contra la expulsión de la tierra y la lucha por la reforma agraria. Muchos campesinos murieron en conflictos con los matones de los latifundistas. João Pedro Teixeira, el fundador de la mayor Liga Campesina, en el estado de Paraíba, fue asesinado en 1962. A medida que crecía, promoviendo encuentros y congresos por todo el país, la organización fomentaba la creación de una conciencia nacional a favor de la reforma agraria. La actuación de las Ligas puede ser definida, principalmente, como lucha por la reforma agraria radical, para acabar con el monopolio de clase sobre la tierra. En sus acciones, los campesinos resistían en las tierras y, a su vez, realizaban ocupaciones. Por otro lado, la Iglesia Católica y el Partido Comunista Brasileño defendían una política de reforma agraria que debía ser realizada por etapas, con pagos en dinero, títulos y en pequeña escala, para no crear obstáculos políticos con los hacendados.
El crecimiento de las Ligas se vio acompañado de una fragilidad marcada por la falta de organización. Aunque reuniera a miles de campesinos, no poseía una estructura directiva que coordinase a las diversas comunidades y sus luchas. Una parte de las Ligas comenzó la resistencia armada, que desembocó en la prisión de campesinos y la dispersión de los grupos a manos del Ejército. Con el golpe militar de 1964, las Ligas fueron extinguidas y sus líderes, asesinados o exiliados. La organización política campesina retomaría sus actividades recién en 1975, con la creación de la Comisión Pastoral de la Tierra (CPT). La Pastoral, que reunía experiencias de lucha y resistencia de los campesinos, comenzó el proceso de gestación del Movimiento de los Trabajadores Rurales Sin Tierra (MST), fundado en 1984, teniendo a las Ligas Campesinas entre sus principales referentes.