Se llama “desindustrialización” al proceso de desmontaje de las plantas industriales, llevado a cabo en América Latina cuando ésta fue inducida a abandonar el proyecto de sustitución de importaciones para adecuarse a las exigencias del capitalismo globalizado. El proyecto de sustitución se orientó al desarrollo económico del continente entre 1930 y 1970 y a las políticas de desarrollismo. Fue abandonado debido a la subordinación al neoliberalismo, lo que dejó a las industrias expuestas a las asimetrías internacionales.
El proceso de subordinación a los dictámenes neoliberales ocurrió en dos grandes etapas, no siempre dispuestas en la misma secuencia en todos los países. La primera, cuando el gobierno de Reagan elevó drásticamente las tasas de interés en los Estados Unidos, comprometiendo los saldos comerciales latinoamericanos con los pagos de los intereses de la deuda externa. La segunda etapa fue detonada por el Plan Brady, que desarticuló la estructura proteccionista que había amparado a la sustitución de importaciones y llevó al establecimiento de una macroeconomía deletérea para la competitividad de la región, respaldada en el cambio sobrevaluado, en elevadas tasas de interés y en la restricción del crédito. Tales políticas implicaron fuertes limitaciones que bloquearon el crecimiento económico sustentado y provocaron crisis dramáticas como las de México en 1995, Brasil en 1998-1999 y la Argentina en 2001-2002.
La desindustrialización puede ser percibida por la reducción de la participación de la industria latinoamericana en el PBI industrial mundial, en el PBI regional/nacional y por la disminución de sus segmentos de mayor valor agregado en esos indicadores, lo que demuestra su deterioro tecnológico. La reducción del peso de la industria en los PBI regional y nacional, al contrario de lo que ocurrió en los países centrales, no dio lugar a un sector de servicios de alta calidad, sino que apareció asociada a la desarticulación de la ciencia básica y a la preservación del subdesarrollo científico y tecnológico. Esa falta de articulación entre industria y ciencia en América Latina acarreó impactos profundos sobre la estructura del empleo, al hacer que el desarrollo de la revolución científico-tecnológica agravase la cuestión social en el continente.
La caída de la industria en el PBI de los países
Los datos sobre el fenómeno de la desindustrialización a escala mundial aún son extraños e inconclusos, pero los indicadores nacionales son bastante significativos. Según la Comisión Económica para América Latina (CEPAL), en Brasil, la industria manufacturera representaba en 1980 el 33,6% del PBI. Desde entonces, su participación comenzó a caer y la trayectoria descendente se acentuó en la década de 1990. La participación de la industria ya había caído a 28,4% en 1990. En 2000, la industria representaba sólo el 19,8% de la producción nacional.
La década de 1990 también registró un significativo declive de la industria en la Argentina, lo que muestra el papel deletéreo del comercio exterior para la actividad industrial. En 1980, la industria argentina representaba 27,9% del PBI, valor que en 1990 cayó al 25,2%, y en 2000 alcanzó su cifra más baja: sólo 16,7%.
Aunque a ritmo más lento, el caso chileno también es ilustrativo de la acentuada desindustrialización en los años 90. La manufactura de Chile pasó de 21,7% a 17,4% del PBI entre 1990 y 2000, situándose, en términos relativos, por encima de la industria argentina, sometida a más de una década de currency board.
México es el país latinoamericano que presentó el mejor desempeño en el sector manufacturero, reflejo de la actuación de las maquiladoras, que pagan salarios, en promedio, equivalentes a la mitad del sector industrial orientado al mercado nacional. La industria mexicana representaba el 22,1% del PBI en 1980 y sufrió una pequeña caída al 21,2% en 2000.
El decrecimiento del valor agregado
La industria redujo la proporción de su participación en el PBI y en el mercado de trabajo, a pesar del incontenible proceso de urbanización, y generó de este modo más desempleo y problemas sociales en las ciudades. Además, dentro de la industria, los sectores de mayor valor agregado disminuyeron su participación en el PBI industrial.
En 1980 y 1990, según la CEPAL, el segmento metal-mecánico disminuyó su participación en el PBI industrial brasileño de 24,7% a 21,3%, y en el argentino de 25,7% a 17,6% entre 1980 y 1996. En Chile, la caída fue de 18,9% a 12,7% en este mismo período.
México, también en este caso, fue una excepción en América Latina. La participación de su sector metal-mecánico en la producción industrial creció de 24,7% en 1980 a 28% en 1997, reflejando nuevamente el desarrollo de la industria maquiladora.
Los efectos deletéreos del neoliberalismo entre los segmentos de tecnología de punta en la región se confirman cuando se analiza el desempeño de la industria de informática brasileña. La producción nacional presentó un crecimiento anual negativo entre 1989 –año del pico de la producción de reserva del mercado– y 1998. En ese período, el sector presentó una variación de -1%, y el déficit comercial del complejo electrónico, que reúne a los productos de informática, telecomunicaciones, electrónica de consumo y componentes, se incrementó un 23% al año entre 1992 y 2000.