Dictador durante tres décadas, Rafael Trujillo fue una herencia de la intervención estadounidense de 1916. Hijo de José Trujillo Valdez y Altagracia Julia Molina, completó sólo el nivel primario de escolaridad. A los 16 años consiguió trabajo como telegrafista. Se tienen informaciones de su vinculación con actividades delictivas desde edad temprana. Siendo muy joven se integró al Partido Nacional, de Horacio Vásquez. Durante la intervención trabajó en los ingenios azucareros como pesador y, posteriormente, como guardia campestre.
En 1918 entró a formar parte de la Guardia Nacional y persiguió a grupos de resistencia armada a la intervención, llamados “gavilleros”. A partir de ese momento tuvo una ininterrumpida ascensión en su carrera, que lo llevó a ser general de Brigada y comandante en jefe del Ejército Nacional en 1928. Junto con el aumento de su autoridad e influencia, creció su fortuna personal como resultado de las prácticas corruptas que desarrolló. Hacia 1930 Trujillo era uno de los hombres más ricos del país.
Para ese momento, el gobierno de Horacio Vásquez se encontraba en un profundo estado de desgaste político. El jefe del Ejército conspiró para derrocarlo, amparado en un movimiento aparentemente cívico, encabezado por Rafael Estrella Ureña. La caída de Vásquez dio paso a que Trujillo se presentara en las elecciones de marzo de 1930 y ganara por ser el único candidato. Fue el comienzo de un largo período de terror. Trujillo formó una banda paramilitar conocida como la 42 que se dedicó a asesinar a sus opositores.
El dictador construyó su régimen sobre un aparato de adulación de su persona y sus familiares. Las carreteras, las provincias, las escuelas, los puentes, llevaban sus nombres, incluso Santo Domingo, la más antigua ciudad de América, fundada por el hermano de Cristóbal Colón en 1946, cambió su nombre por el de Ciudad Trujillo. Destacados intelectuales se prestaron a justificar la dictadura, argumentando que Trujillo era una necesidad histórica pues sólo él podría superar las trabas de la República Dominicana. Los pilares ideológicos de la dictadura fueron, además de la exaltación del tirano, el anticomunismo, el hispanismo y la persecución de los africanos, y especialmente de los haitianos. Esa persecución tuvo su mayor expresión en la matanza de haitianos ordenada por él en 1937.
El control absoluto sobre la economía nacional le permitió llevar adelante un importante plan de desarrollo urbano, además del pago de la deuda externa, la creación de la moneda nacional así como el mantenimiento de su paridad con el dólar. Trujillo monopolizó las principales líneas productivas y de servicios. Desde el principio, el dictador realizó esfuerzos para mantener buenas relaciones con los Estados Unidos. Durante gran parte de la tiranía, Trujillo contó con el apoyo estadounidense. Pero a finales de la década de 1950, la situación internacional hizo que los Estados Unidos asumieran un discurso democrático incompatible con la realidad que vivía la República Dominicana. Además, Washington temía que se produjera un desenlace parecido al que había tenido la dictadura de Batista, en Cuba, con el triunfo de la Revolución en 1959. Finalmente, el 30 de mayo de 1961, después de treinta años de férrea dictadura, Trujillo fue ejecutado en Santo Domingo mientras se trasladaba en su vehículo hacia su hacienda.