Nacido el 16 de julio de 1881, Fernando Ortiz se mudó dos años más tarde, junto con su familia, a las islas Baleares, España, donde cursó sus primeros estudios. En 1895, de regreso en Cuba, ingresó a la carrera de derecho de la Universidad de La Habana (UH), donde participó de la fundación de la publicación estudiantil El eco de la cátedra. En 1899 continuó sus estudios jurídicos en Barcelona y, posteriormente, cursó el doctorado en la Universidad de Madrid. Después de trabajar para el servicio consular cubano en algunas regiones de España e Italia regresó a su país en 1906, donde fue nombrado fiscal de la Audiencia de La Habana y pasó a formar parte del claustro de profesores de la Facultad de Derecho.
Cultura negra
En 1907, Ortiz ingresó a la Sociedad Económica de Amigos del País. Ese mismo año escribió Negros brujos, el primer libro de una trilogía de reflexiones afroculturales que encontraría continuidad, en 1916, en el libro Los negros esclavos y culminaría con Los negros curros, en 1986 (edición póstuma). Esos trabajos lo caracterizarían como un precursor de los estudios sobre la cultura negra en Cuba.
En 1910 participó, como delegado por Cuba, del I Congreso Internacional de Ciencias Administrativas, realizado en Bruselas. Ese año ocupó el puesto de director de la Revista Bimestre Cubana, órgano oficial de la Sociedad Económica, cargo en el que se mantuvo hasta el año 1959. En 1911 resultó electo presidente de la Sección de Educación de la Sociedad Económica. Al año siguiente editó la Revista de Administración Teórica y Práctica del Estado, la Provincia y el Municipio y, en 1914, participó del proyecto Universidad Popular. En las dos décadas siguientes, signadas por la toma de conciencia y por la organización de los movimientos universitarios y obreros, en franca contradicción con las fuerzas del poder, Ortiz participó activamente de la vida social: fue director de la Sociedad Económica de Amigos del País, miembro de la Academia de Historia, integrante de la Cámara de Representantes de Cuba y autor del Proyecto del Código Criminal Cubano.
Con José María Chacón, fundó la Sociedad del Folclore Cubano en la Biblioteca de la Sociedad Económica, en 1924. Ese mismo año creó la revista Archivos del Folclore Cubano y, de esta manera, resultó ser el pionero de la etnografía en el país. Dos años más tarde fundó la Institución Hispanocubana de Cultura, con la cual se propuso difundir y promover la cultura entre España y Cuba, abarcando las áreas de la cinematografía, las artes plásticas y la música. En ese año participó de la III Conferencia Panamericana en Washington. También representó a Cuba en el Congreso Internacional de Americanistas, realizado en Roma, y fue delegado en la VI Conferencia Internacional Panamericana, que tuvo lugar en La Habana. En 1930 editó la revista Surco, una publicación dedicada a reproducir textos sobre estudios culturales realizados en los países de lengua hispana.
De 1931 a 1933, Ortiz residió en Washington. Durante ese período criticó los pretextos económicos y políticos de la postura norteamericana y los perjuicios que ésta había provocado en el desarrollo de la nación cubana, además de denunciar la coerción y persecución del gobierno cubano contra estudiantes e intelectuales. En 1936 creó la Institución Hispanoamericana de Cultura y la revista Ultra, destinada a difundir la cultura nacional, a la cual dirigió durante once años. Al año siguiente fundó la Sociedad de Estudios Afrocubanos, cuyo objetivo era exaltar los valores de las raíces negras que enriquecen y componen la cultura del país.
Transculturación e identidad cubana
En 1940 Ortiz publicó una de sus obras más representativas, El contrapunteo cubano del tabaco y el azúcar, en la cual introdujo el concepto de transculturación y cuyo discurso versaba sobre la formación de la identidad cubana, la valorización y el rescate de los valores africanos presentes en la cultura de la isla. En el marco de la Segunda Guerra Mundial creó la Alianza Cubana por un Mundo Libre (1941), un espacio antifascista. En 1942 organizó el Seminario de Etnografía Cubana en la Universidad de La Habana. En 1943 representó a su país en el I Congreso Nacional de Historia en Matanzas, donde presentó su libro Las cuatro culturas indias de Cuba. En esa obra continuó con sus reflexiones sobre la identidad cubana y su mixtura cultural, idea que seguiría apareciendo en sus libros El engaño de las razas (1948), La africanía de la música folclórica de Cuba (1950), Los bailes y el teatro de los negros en el folclore de Cuba (1951).
En 1945 fundó el Instituto Cultural Cubano-Soviético, que inició el intercambio entre los dos países. En el mismo año representó a Cuba en el Congreso Internacional de Arqueólogos del Caribe, organizado en Honduras, y en el Congreso Indianista Interamericano de Cuzco. En 1952 participó del Congreso Internacional de Americanistas en Oxford y de los Congresos de Antropología y Etnología en Viena. También en ese año comenzó a publicar la monumental obra de cinco tomos Los instrumentos de la música afrocubana. En 1954 participó de congresos indianistas, americanistas y de folclore que tuvieron lugar en São Paulo y La Paz. Recibió el título de doctor honoris causa en Humanidades de la Universidad de Columbia. En sus siguientes producciones, Historia de una pelea cubana contra los demonios (1959) y La santería y la brujería de los blancos (edición póstuma, 2000), se adentró en la mística de la convivencia de los cubanos con sus ancestros y el fenómeno del sincretismo de las distintas religiones que forman la espiritualidad de la isla, recreando el tiempo de los antepasados y mostrando la búsqueda del sentido y de la transparencia del desarraigo de las culturas llegadas a la isla, así como la fusión de las mismas con el correr del tiempo.
Al fallecer el 10 de abril de 1969, el incansable investigador dejó un gran legado de cultura, antropología y otras áreas de la vivencia cubana. Sus reflexiones y su retrato antropológico de la isla lo llevaron a ser considerado “el tercer descubridor de Cuba”, aquel que se sumergió en las raíces del tiempo y de la historia de los pueblos que formaron la nación cubana, el que en la convergencia de conocimientos de diferentes áreas (antropología, etnología, economía, arte) logró dejar reflexiones que quebraron los paradigmas del pensamiento cubano de la época, pues enfatizaba que uno de los factores de la evolución de la cultura era la convivencia social y no la existencia estática de lo estandarizado.