Fundador de Acción Democrática (AD) y dos veces presidente de la República, Rómulo Betancourt puede ser considerado uno de los personajes políticos más importantes y polémicos del siglo XX en Venezuela. Se trasladó con su familia a la capital en 1919. En el Liceo Caracas, donde realizó estudios secundarios, inició su activismo político, así como su relación con Rómulo Gallegos, Raúl Leoni y muchos otros jóvenes que serían actores activos de la historia venezolana. Ingresó en la Universidad Central de Venezuela (UCV) en 1926, y protagonizó, junto a Jóvito Villalba, Raúl Leoni y otros, la Semana del Estudiante, en febrero de 1928. Esta protesta fue seguida de una intentona militar de cuadros medios y bajos, rápidamente controlada por la dictadura. Los estudiantes fueron presos, y Betancourt, comprometido con ambas acciones, salió del país hacia Curaçao, y en seguida a Costa Rica, en el que sería el primero de sus tres destierros políticos.
Estudioso de la realidad sociopolítica venezolana y latinoamericana, autor de artículos periodísticos, ensayos y documentos políticos, escribió en 1929, a cuatro manos con Miguel Otero Silva, el panfleto Las huellas de la pezuña. En 1931, en Colombia, elaboró el Plan de Barranquilla, análisis de Venezuela con enfoque marxista, que fue suscrito por intelectuales y diversos grupos de izquierda. En 1932, escribió Con quién estamos, contra quién estamos, en el cual amplió su diagnóstico del país y relacionó el gomecismo con una articulación de intereses nacionales e internacionales atrasados y autoritarios. Estos textos, además de su libro Venezuela, política y petróleo, publicado en 1956, son considerados fundamentales para comprender el proyecto industrial y modernizador que orientó la sociedad venezolana tanto durante el Trienio Adeco (1945-1948) como en la democracia de 1958 hasta 1998.
Betancourt fundó varias organizaciones políticas, entre ellas la Alianza Revolucionaria de Izquierda (ARDI, 1931) y el Partido Democrático Nacional (PDN, 1936). En 1937, el gobierno de López Contreras lo expulsó del país. Pero antes de exiliarse, actuó en la clandestinidad hasta dejar asentada la estructura política embrionaria, de cobertura nacional, que serviría de base al partido Acción Democrática, fundado en septiembre de 1941.
En una decisión polémica, Betancourt y su partido apoyaron, en 1945, un golpe militar contra el gobierno de Medina Angarita. Invitados por la Junta Patriótica Militar –un sector de jóvenes militares de la AD–, aceptaron comprometer a la organización bajo ciertas condiciones, entre ellas que la jefatura del gobierno que iba a ser constituido quedaría en sus manos. La insurrección ocurrió el 18 de octubre. Betancourt fue nombrado presidente de la Junta Revolucionaria de Gobierno, cuyo mandato duró poco más de dos años.
En su primer gobierno (1945-1948), Betancourt buscó lanzar las bases de una institucionalidad democrática para Venezuela. El período fue caracterizado como “democracia radical”. Emergieron sindicatos, organizaciones campesinas, asociaciones de sectores medios y partidos políticos. Se eligió una Asamblea Nacional Constituyente y se elaboró la Constitución de 1947, que otorgó el derecho al voto universal secreto y directo a todo venezolano mayor de dieciocho años. Por primera vez se asentaron principios y orientaciones democráticos que se reafirmarían en la Constitución de 1961. Durante estos años hubo una relación entre el Estado y las compañías petroleras, se rechazó la política de concesiones petroleras, se buscó la reforma agraria, se inició el plan de industrialización y fue impulsada la educación pública. Betancourt enfrentó todo tipo de levantamientos e insurrecciones, porque Venezuela, gobernada prácticamente desde su fundación por militares, no tenía tradiciones democráticas. En febrero de 1948 entregó la banda presidencial a Rómulo Gallegos, que sería derrocado nueve meses después por un golpe militar realizado por los mismos oficiales que habían apartado a Medina. El fundador de la AD salió, poco después, rumbo a su tercer destierro. Esta vez, en Washington, Cuba y Puerto Rico.
Diez años después, Betancourt fue el artífice y autor intelectual del Pacto de Punto Fijo –el compromiso entre las cúpulas de los partidos AD, COPEI (Partido Social Cristiano de Venezuela) y URD (Unión Republicana Democrática), que es considerado la piedra fundamental de la democracia venezolana–. También en 1958 ganó las elecciones, convirtiéndose en el primer presidente del período democrático. Durante su segundo gobierno (1959-1964) fortaleció el sector sindical próximo a su partido y favoreció compromisos y acuerdos con empresarios, militares y la Iglesia Católica. Así, alcanzó la estabilidad institucional para llevar adelante su proyecto de país. Sin embargo, esta fase estuvo llena de aspectos controvertidos. El gobierno enfrentó una severa crisis fiscal. Además, el pacto de Punto Fijo y los posteriores acuerdos, a pesar de dar bases sólidas a la administración, implicaron una desgastante exclusión social y política: un giro a la derecha por parte del “partido del pueblo”. En consecuencia, la AD sufriría varias divisiones, perdiendo su relevo juvenil y más progresista. El Partido Comunista de Venezuela (PCV) optó por la vía armada para alcanzar el poder, lo que trajo como respuesta una implacable represión. Betancourt gobernó largos períodos con las garantías constitucionales suspendidas, lo que acarreó violaciones a los derechos humanos, excesos y abusos por parte del poder. Sobrevivió a no menos de veinte conspiraciones militares y civiles –tanto de derecha como de izquierda– y, en 1960, sufrió un atentado orquestado por el dictador dominicano Rafael Leónidas Trujillo, que casi le costó la vida. Entre los aspectos positivos del período es posible mencionar la elaboración y aprobación de la Constitución de 1961 y la fundación, por iniciativa de Betancourt, de la Organización de Países Exportadores de Petróleo (OPEP). Además, fue elaborado el Primer Plan de la Nación, creó la Corporación Venezolana de Petróleo (CVP) y fueron creadas más de 3.000 escuelas y 200 liceos.
Al terminar su mandato, Betancourt se domicilió por varios años en Suiza, donde ordenó sus archivos y siguió escribiendo incansablemente. En 1972, de regreso a Caracas, declaró que no volvería a aspirar a la presidencia de la República. Se volcó al combate contra la corrupción; en especial, intentó, sin éxito, impedir la llegada al poder, por la segunda vez, de Carlos Andrés Pérez, militante de la AD que había, a su entender, producido una corrupción masiva en el partido y en la democracia venezolana. Murió, en 1981, de un derrame cerebral en Nueva York. Sus restos fueron inmediatamente trasladados a Caracas.