Don Rómulo Gallegos, como siempre fue llamado en vida, fue el primer presidente electo en elecciones directas, universales y secretas en Venezuela. Ello tuvo lugar durante el período conocido como el Trienio Adeco (1945-1948), cuando el partido Acción Democrática (AD) llegó por primera vez al poder, mediante un golpe cívico-militar conocido como Revolución de Octubre. Gallegos había ocupado anteriormente varios cargos políticos. Durante la dictadura gomecista, salió del país entre 1931 y 1935, y se estableció en España. Regresó cuando Juan Vicente Gómez murió, y en los años de gobierno de López Contreras y Medina Angarita fue ministro de Instrucción Pública (1937), diputado en el Congreso Nacional (1937) y consejero de Caracas (1941 y 1942). En 1941 fue uno de los fundadores de la AD. En ese año las fuerzas opuestas a los gobiernos “andinos” lanzaron su candidatura a la presidencia de la República. Fue un acto simbólico, pues, en esa ocasión, dichas fuerzas no tenían condiciones de disputar el poder en un régimen con precarias libertades políticas. Gallegos representó entonces, y de allí en más, la lucha de los que aspiraban a la constitución de un sistema político democrático para Venezuela.
Luego de la elección de la Asamblea Constituyente y la aprobación de la Constitución de 1947, Gallegos fue candidato a la presidencia de la República, y la conquistó con un porcentaje hasta el momento no igualado por ningún otro candidato: recibió 871.752 votos (73,6%), de un total de 1.183.764. Su gobierno fue muy breve. En un contexto internacional caracterizado por la Guerra Fría, la “democracia radical” ejercida durante esos años por la AD incomodaba al gobierno de los Estados Unidos. En el contexto nacional, la intensa dinámica de movilización y organización popular impulsada por los adecos en el movimiento sindical, campesino y estudiantil también despertó tensiones en las elites civiles, así como en el sector de las Fuerzas Armadas que había compartido el proyecto revolucionario desde 1945. El estilo beligerante de hacer política molestó a los partidos de la oposición, que en su mayoría respaldaron el golpe. El presidente cayó el 24 de noviembre de 1948, en un golpe de Estado favorecido por el conjunto de las Fuerzas Armadas y encabezado por su ministro de Defensa. El 2 de diciembre escribió un Manifiesto a la Nación, en el cual dejó en claro que no había renunciado. Tres días después fue expulsado de Venezuela. Al poner los pies en suelo cubano, camino a México, hizo declaraciones en las que señaló la presencia del agregado militar de los Estados Unidos en el Palacio de Miraflores el día del golpe. Volvería al país al caer el dictador Marcos Pérez Jiménez, en enero de 1958.
Gallegos también tuvo una reconocida trayectoria como educador. Fue director del Colegio Federal de Barcelona (Estado de Anzoátegui), de la Escuela Normal de Caracas y del Colegio Federal de Caracas entre 1922 y 1930, conocido como Liceo Caracas y posteriormente llamado Liceo Andrés Bello. Allí formó una generación de futuros políticos de Venezuela del siglo XX, como Rómulo Betancourt, Jóvito Villalba, Miguel Otero Silva, Raúl Leoni, Isaac Pardo, y tantos otros, de quienes fue profesor. Con muchos de esos jóvenes fundaría la Acción Democrática.
Sin embargo, Gallegos fue antes que nada escritor y novelista, y se proyectó como una de las figuras literarias más importantes de América Latina en el siglo XX. Fundó revistas y semanarios literarios en Venezuela, donde aparecieron sus primeros ensayos y cuentos, pero su producción literaria, en particular sus novelas, enseguida se difundió sobre el mundo de habla hispánica. Sus obras más importantes y famosas fueron escritas en España durante su autoexilio: Doña Bárbara, Canaima y Cantaclaro. Otras novelas conocidas son Pobre negro, Sobre la misma tierra, El forastero, Reinaldo Solar y La brizna de paja en el viento. Esas obras tuvieron siempre propósitos moralizantes. Sin embargo, lo mejor de su prosa surgía cuando ese objetivo se diluía y el novelista se dejaba llevar por su genio creativo, talento y pasión por la ficción. La lucha del bien y del mal –y entre la civilización y la barbarie–, retratada en su novela Doña Bárbara, ambientada en los llanos venezolanos, lo hicieron conocido cuando las fuerzas de la modernización capitalista luchaban por predominar en esas latitudes. Recibió el Premio Nacional de Literatura (1957-1958) e integró la Academia Venezolana de la Lengua (1958). En 1965, en reconocimiento a su trayectoria y fama, el Estado venezolano creó el Premio Internacional de Novela Rómulo Gallegos y en 1972 fundó el Centro de Estudios Latinoamericanos Rómulo Gallegos (Celarg). La sede del Centro, en Caracas, está construida sobre el terreno donde estuvo su casa, desde donde Don Rómulo Gallegos salió hacia el exilio en 1948, y donde murió en 1969.