En 1959 causaron polémica sus Poemas de la oficina por contraponerse al lirismo académico de sus contemporáneos; y en 1959, los cuentos reunidos en Montevideanos, que presentaban una concepción de prosa urbana. Paradigmáticas, estas obras anunciaban los ejes de su vastísima producción: el universo del hombre común y la búsqueda de la comunicación eficaz con el público lector, cualidades que lo colocan entre los escritores hispanoamericanos más divulgados. Perteneció a la Generación del 45 y formó parte de la redacción del periódico Marcha junto al crítico Ángel Rama y a las intelectuales inquietas y poetisas uruguayas Idea Vilariño, Amanda Berenguer e Ida Vitale.
Defensor de los derechos humanos, sus posturas políticas lo llevaron al exilio durante los años de la dictadura militar. Sus textos dramáticos han sido escenificados en más de diez países y ha escrito ensayos sobre historia y cultura latinoamericanas, reunidos en ejemplares como El desexilio y otras conjeturas (1984). Fue director del Centro de Investigaciones Literarias de la Casa de las Américas. En 1960 fue publicada La tregua, novela de gran repercusión llevada al cine. Otra obra: Gracias por el fuego (1965).