Dos veces presidente de la República (1974-1979 y 1989-1993), Carlos Andrés Pérez es un veterano de la política venezolana. En 1938 ingresó al Partido Democrático Nacional (PDN), embrión de la Acción Democrática (AD), fundada en 1941. Aún siendo muy joven fue secretario de la junta de gobierno y secretario del Consejo de Ministros. Electo diputado por su Estado en 1946, ejerció el mandato hasta 1949, cuando fue expulsado del país durante la dictadura de Pérez Jiménez (1948-1959). Cuando el régimen llegó a su fin, fue elegido diputado federal y designado ministro del Interior durante el gobierno de Rómulo Betancourt (1959-1964). Desde 1968 fue miembro del Comité Ejecutivo Nacional de la AD, hasta su elección para presidente en 1974. También fue vicepresidente de la Internacional Socialista.
Cuando gobernó el país por primera vez, Pérez encontró un escenario de bonanza y prosperidad gracias al alza internacional de los precios del petróleo. Por ese motivo se experimentó una significativa mejoría en los servicios públicos, bajos índices de desempleo y un crecimiento acelerado. Además, el período quedó signado por la fundación de PDVSA, la poderosa empresa estatal de petróleo venezolana.
Al presentarse por segunda vez como candidato a la presidencia de la República en 1988, la situación ya era bastante diferente. Como fruto de la caída acentuada de los precios del petróleo, ocurrida en los años anteriores, las reservas del Banco Central, que en 1985 eran de US$ 13.750 millones, cayeron a US$ 6.670 millones en el año de las elecciones. La inflación alcanzaba el 40,3% anual, el desempleo llegaba a dos dígitos y el salario real se había desbarrancado. Una aguda fuga de capitales completaba el cuadro. De todas maneras, su campaña electoral hizo hincapié en las promesas de recuperar los días de prosperidad.
Dos semanas después de su asunción, Pérez anunció un severo plan de ajuste estructural, orientado por el FMI. El paquete incluía la devaluación de la moneda nacional (el bolívar), la reducción del gasto público y del crédito, la liberación de los precios, el congelamiento de salarios y el aumento de los precios de artículos de primera necesidad. El combustible sufriría un reajuste inmediato del 100%. Ello redundaría, de acuerdo con lo anunciado, en un alza del 30% en las tarifas del transporte colectivo. En la práctica, esos reajustes también llegaron al 100%.
La consecuencia fue una rebelión popular que se extendió por Caracas y por las principales ciudades del país desde el 27 de febrero de 1989. Las protestas fueron reprimidas duramente por el Ejército y arrojaron más de 300 muertos, según datos oficiales, y miles de heridos. Los hechos, conocidos como Caracazo, marcaron el quiebre de un modelo de convivencia y tolerancia entre la población venezolana y la pérdida de legitimidad del gobierno y del sistema político. Pérez sufriría aún dos intentos de derrocamiento por parte de los militares, como manifestación del descontento reinante, en 1992. El primero vino de parte de sectores del Ejército, liderados por Hugo Chávez el 4 de febrero. El segundo tendría como protagonistas a diversas facciones de la Marina y de la Aeronáutica, el 27 de noviembre. A pesar de ser derrotados, los líderes de los movimientos pasaron a ser populares, lo que puso en evidencia el desgaste gubernamental.
El gobierno de Pérez se arrastraría hasta sufrir un proceso de impeachment luego
de comprobarse varias denuncias de corrupción. Dicho proceso culminaría con su destitución, el 20 de mayo de 1993. En 1996, la Corte Suprema de Justicia lo condenó a dos años y cuatro meses de prisión domiciliaria. Durante la gestión de Hugo Chávez, Pérez, sin mandato y alejado de la lucha política directa, se transformó, a pesar de todo, en un activo consejero de la oposición contra el gobierno, e incentivó incluso ciertos intentos de golpe de Estado.