Hijo de maestros de escuela primaria, Milton Santos se graduó en derecho en 1948, profesión que nunca ejercería. En lugar de ello se dedicó a la investigación en geografía y, también, al periodismo y a la política. En 1958 recibió el título de doctor en geografía en la Universidad de Estrasburgo (Francia). Dio clases en la Universidad Católica de Bahía y en la Universidad Federal de Bahía, pero fue su brillante paso por el periodismo lo que lo llevó a recibir una invitación para acompañar a la misión del entonces presidente Jânio Quadros a Cuba, hecho que marcaría su vida. En 1963 fue elegido presidente de la Asociación de Geógrafos Brasileños (AGB). En 1964 fue detenido por la dictadura y, luego de esta circunstancia, viajó al exterior para escapar de la persecución política.
En Francia fue profesor en las universidades de Toulouse (1967-1968) y París (1968-1971). Dio clases en la Universidad de Toronto (1972-1973) y, en los Estados Unidos, en las universidades de Columbia, Nueva York (1976-1977) y en el Instituto de Tecnología de Massachusetts (MIT). También trabajó como profesor en Tanzania, en la Universidad de Dar-es-Salam (1974) y, en América Latina, enseñó en la Universidad Politécnica de Lima, Perú, y en la Universidad Central de Caracas (UCV), Venezuela (1975-1976).
Luego de su regreso a Brasil, trabajó en la Universidad Federal de Río de Janeiro (UFRJ), en la Universidad de São Paulo (USP), de 1978 a 1982, en la Facultad de Arquitectura y Urbanismo y, de 1983 a 1996, en el Departamento de Geografía para, finalmente, volver a la Universidad Federal de Bahía en 1996. Asimismo, estuvo en Japón como profesor invitado. Su vasta obra, con centenas de artículos y libros publicados, y sus cualidades intelectuales, como el rechazo de cualquier dogmatismo, le valieron el reconocimiento internacional. Las universidades de Toulouse (1980), de Buenos Aires (1992) y de Barcelona (1996) –por mencionar solamente a las que están ubicadas fuera de Brasil– le concedieron el título de doctor honoris causa. En 1994 fue reconocido con el Premio Vautrin Lud, considerado el Nobel de la geografía y otorgado por primera vez a un intelectual cuya lengua materna no era el inglés.
Formación espacial
En los textos de Milton Santos se entrelazan tres dimensiones: teórico-metodológica, empírica y ético-política. Obras como Por uma Geografia nova (1978), Espaço e método (1985) y A natureza do espaço − Técnica e tempo / razão e emoção ( La naturaleza del espacio ) (1996), entre otras, tienen un carácter más teórico-metodológico. La dimensión empírica predomina en A cidade nos países subdesenvolvidos (1965), O espaço dividido (1979) y O Brasil: território e sociedade no início de século XXI (2001). Entre las obras de carácter más ético-político, se pueden destacar O trabalho do geógrafo no Terceiro Mundo (1970), Pensando o espaço do homem (1982), O espaço do cidadão (1987), Por uma outra globalização − Do pensamento único à consciência universal (2000) y O papel ativo da Geografia: um manifesto (2000).
Nótese que, a veces, el autor le da el título de manifiesto a importantes obras teóricas. Tal es el caso, entre otras, de Por uma Geografia nova y, explícitamente, de O papel ativo da Geografia: um manifesto.
En sus textos, Milton Santos ofreció un aporte decisivo que ayudó a colocar al espacio geográfico en el centro del debate acerca de los dilemas de la sociedad contemporánea. Para el autor, la sociedad, los objetos técnicos, la información y la comunicación involucran cada vez más a la naturaleza. De esa manera, se configura un espacio complejo distinto del espacio económico, del espacio social o de cualquier otro espacio temático de algún campo de conocimiento específico.
Para Milton Santos, la idea de sistema, en el cual los elementos de una situación dada dependen unos de los otros, remite a la categoría de totalidad. Sólo así –dice Santos– podemos pasar del “empirismo abstracto, esto es, del valor dado a las cosas en sí mismas, para alcanzar una abstracción empírica, esto es, una generalización que parta de lo que realmente existe y que no sea un mero producto de nuestra imaginación”.
El espacio banal de lo cotidiano, lugar de la coexistencia de lo diverso, tiene que ser visto en sus conexiones sistémicas con la totalidad, para lo cual Milton Santos reinventó, en su obra Por uma Geografia nova, la categoría marxista de formación social como formación espacial o socioespacial. El autor asume su deuda con Marx, pero nos advierte que debemos, por nosotros mismos, “reencontrar los materiales, que no son los mismos de Marx, sino los que me permiten producir ideas de lo que existe en el denominado mundo real. Y así volvemos o llegamos a la historia, base inmortal del método de Marx”.
Ese mundo real del cual habla se encuentra lejos del empirismo positivista en la medida en que, lo que existe, comporta el “venir a ser”. Eso es lo que nos coloca de cara al futuro, no por el voluntarismo, sino por lo que está inscripto en el propio mundo como latencia.
Acción transformadora
El espacio geográfico de Milton Santos es un espacio-tiempo para el cual la periodización pasa a ser central como fundamento teórico-metodológico. Y también aquí, una vez más, la periodización se impone, al mismo tiempo, como imperativo científico y ético, en la medida en que sólo la identificación de lo que es nuevo, de lo que es diferente en el seno de un proceso espacio-temporal, permite una acción lúdica transformadora.
Esa firme preocupación metodológica con la periodización le permitió al autor evitar los análisis ideologizados acerca de la globalización, tanto los afirmativos como los que pretendían ser críticos. En donde algunos veían el final de la historia y otros el mismo viejo imperialismo, Milton Santos vio un período histórico en el cual se presentaban nuevas situaciones. Es que, a pesar de su preocupación con las cuestiones nacionales de la desigualdad social y del subdesarrollo, jamás se dejó llevar por el discurso nacionalista ideologizante y superficial. El desdoblamiento de la formación social espacial vinculada a la cuestión nacional para el medio técnico-científico-informacional y para los sistemas de objetos y de acciones se debe a su permanente atención a las transformaciones que atraviesa nuestro mundo. La formación socioespacial del capitalismo contemporáneo, como medio técnico-científico-informacional, desplaza el lugar del Estado-Nación en la nueva configuración geográfica y política. La política adquiere un nuevo significado en el mundo y en la obra de Milton Santos. De ahí la necesidad de operar una distinción entre la escala de realización de las acciones y la escala de la dirección de las mismas. Esa distinción se torna fundamental en el mundo de hoy: muchas acciones que se ejercen en determinado lugar son el producto de necesidades ajenas, de funciones cuya generación es distante y de las cuales sólo la respuesta se ubica en ese punto preciso. Son las verticalidades que entran en tensión contradictoria con el espacio banal en el que se encuentra la cohabitación de lo diverso, de las horizontalidades, de la “fuerza del lugar” y de los del lugar.
En la caracterización del período actual, el autor sorprende a quienes son tentados de ver simplemente la dominación del imperialismo en su nueva fase. Allí donde la verticalidad (el poder de “los de arriba”, de “los de afuera”) intenta tener el mando mediante una racionalidad instrumental, que se quiere cada vez más veloz, hay una horizontalidad en la cual se desarrolla una contrarracionalidad, incluso por el tiempo lento de los que residen, y no sólo pasan, o por aquellos a los que apenas les interesa una única dimensión, la económica o, mejor dicho, las ganancias. Los lugares son espacios de la multidimensionalidad de la vida, en los cuales la convivencia de lo diverso instiga a cada uno; son el amparo que conforma las subjetividades de cada quien.
He aquí que las contradicciones del mundo se presentan con nuevas cualidades y
los lugares adquieren toda su fuerza, como se puede ver en acontecimientos como el 11 de septiembre de 2001 o el de la crisis argentina de diciembre de 2001. Las imágenes de aviones estrellándose contra edificios o de la multitud golpeando cacerolas y bloqueando avenidas muestran toda la tensión entre las verticalidades y las horizontalidades, entre, por un lado, los que actúan a distancia, manipulando informaciones y, por el otro, la gente común, los movimientos sociales y los pobres.
La identidad de Milton Santos con los problemas de su tiempo, principalmente su solidaridad con los que sufren los efectos de lo que él llamó “proceso globalitario perverso”, fue tal que el título de uno de sus últimos libros (Por uma outra globalização) publicado antes del Foro Social Mundial de Porto Alegre del año 2000, no podría estar más cerca de esas fuerzas vivas que buscan justicia social, decisión soberana, defensa del medio ambiente y el derecho a ser diferente, con radicalidad democrática.
Ese mismo año, a pesar de encontrarse debilitado por una enfermedad, no quiso dejar de asistir al XII Encuentro Nacional de Geógrafos, realizado en julio en Florianópolis. Allí tuvo una participación activa en las reuniones de la AGB, entidad que lo había proyectado hacia todo Brasil y el mundo. Falleció antes de que se cumpliera un año del evento.