Maquiladoras Mexicanas

Las empresas maquiladoras son aquellas que realizan la manufactura parcial, ensamblaje o empaque de un bien sin ser las fabricantes originales. O sea, son fábricas de ensamblaje, manufactureras y de servicios, destinadas a la transformación, elaboración o reparación de mercaderías de procedencia extranjera cuyo destino principal es la exportación hacia los Estados Unidos. En la mayoría de los casos, las empresas tienen capital estadounidense, japonés, coreano, canadiense y alemán. No obstante, existe un reducido número de maquiladoras de propiedad nacional, pero son, esencialmente, empresas subcontratadas, “maquiladoras de las maquiladoras”.

La instalación de la Industria Maquiladora de Exportación (IME) en la frontera norte de México fue resultado de un programa pactado en un comienzo entre los gobiernos de México y los Estados Unidos. En mayo de 1965 se estableció la Política de Fomento a la Industria Maquiladora de Exportación en coordinación con el Programa de Industrialización de la Frontera Norte. El gobierno mexicano tenía el propósito de retener la fuerza de trabajo que emigraba al país vecino en busca de empleo.

En el plano mundial, el asentamiento de las empresas de montaje en una serie de países periféricos respondía a la estrategia de las transnacionales de relocalizar partes o segmentos de sus procesos productivos con el propósito de disminuir sus costos de producción. Se trataba de recurrir al uso intensivo de mano de obra en lugares donde la fuerza de trabajo era mucho más barata que en los países industrializados.

En México, las inversiones extranjeras en el sector montador se vieron ampliamente beneficiadas por cargas tarifarias casi nulas, bajos costos de transporte debido a su localización en la frontera de los Estados Unidos, normas ambientales escasas, costos laborales mínimos debido a la utilización de segmentos de fuerza de trabajo nacionalmente más explotados, como el femenino, que en los primeros quince años llegó a constituir, en promedio, el 80% de los asalariados.

El programa de la IME consiste en permitir la entrada temporaria de insumos, maquinaria, productos semimanufacturados y otros componentes en el país receptor con el fin de obtener productos acabados para la posterior explotación. La importación temporaria de dichos materiales está libre de impuestos y, cuando los bienes acabados son exportados, se grava únicamente el valor agregado.

En 1966 se construyó el primer parque industrial en el Estado de Chihuahua, en Ciudad Juárez –frontera con El Paso, en Texas–, con una empresa dedicada al montaje de televisores. En 1968 se fundó el segundo parque en el Estado de Sonora, en la ciudad de Nogales –junto a Tucson, en Arizona–, con una empresa de manufactura de plásticos. Posteriormente, otras montadoras se fijaron en los municipios de Agua Prieta y San Luis Río Colorado, en el mismo Estado.

En 1973 surgieron más parques industriales en el Estado de Baja California, en los municipios de Ensenada, Mexicali, Tecate y Tijuana –cerca de San Diego, California–; más tarde en el Estado de Tamaulipas, en los municipios de Nuevo Laredo –puerto aduanero, limítrofe de la ciudad de Laredo, Texas−, Reynosa y Matamoros –este último vecino de Brownsville, Texas−, y también en el Estado de Coahuila, en Ciudad Acuña y Piedras Negras.

A partir de esa época, el sistema de maquiladoras se amplió al resto del territorio nacional.

Empleos femeninos

Aunque la IME se haya concentrado inicialmente en los estados fronterizos del norte –Baja California, Sonora, Chihuahua, Coahuila, Tamaulipas y Nuevo León−, luego se dirigió al centro-oeste, con principal destino en el Estado de Jalisco, seguido de Zacatecas y San Luis Potosí. En el centro del país se destacaron los estados de Puebla y Tlaxcala, y en el sur el Estado de Yucatán, específicamente la ciudad de Mérida.

Los principales productos manufacturados fueron agrupados por orden de importancia en: eléctricos (montaje de maquinaria, equipamientos, aparatos, materiales y accesorios eléctricos y electrónicos), transportes (construcción, reconstrucción y montaje de equipos de transporte y creación de sus accesorios o autopartes); productos textiles (montaje de prendas de vestir y otros productos); manufactura de muebles, sus accesorios y otros productos de madera y metal; productos químicos; montaje y reparación de herramientas, equipamientos y sus piezas, excepto eléctricos; actividades relativas a la selección, preparación, empaque y enlatado de alimentos, montaje de juguetes y artículos deportivos, y, por último, manufactura de calzados y todo lo que se refiere a la industria del cuero.

El empleo en la IME, hasta los primeros años de la década de 1990, fue prioritariamente femenino. El perfil social y demográfico de dicha fuerza de trabajo se caracterizaba por ser de mujeres mucho más jóvenes, con edad entre 17 y 30 años, con bajo nivel de escolaridad, que trabajaban jornadas intensivas entre nueve y diez horas diarias. Se trataba de una mano de obra disciplinada, minuciosa e inexperta en cuestiones sindicales.

A mediados de la década, se redujo el empleo femenino y creció el masculino debido a las siguientes razones: la caída drástica del poder adquisitivo del salario real medio en el ámbito nacional, que en situación de pobreza tiende a nivelar por debajo los rendimientos masculinos con los femeninos; el creciente desempleo estructural, que llevó a los hombres a procurar empleos, incluso en las maquiladoras; un cambio de orientación de las empresas maquiladoras, en las cuales crecieron las subsidiarias de la industria automovilística, las manufacturas de autopartes –una ocupación predominantemente masculina– y la introducción de nueva tecnología. Como resultado, la participación de mano de obra femenina cayó del 80% al 50% de los puestos de trabajo.

Se destacan la rapidez con que se extendió la IME, el crecimiento del número de empresas establecidas en México y el número de empleos que generó en poco más de 35 años. En 1965, con la instalación de las primeras doce empresas maquiladoras, se generaron 3.000 empleos. Diez años después, ya se habían instalado 454 empresas que generaban 67.214 puestos de trabajo. En 1985, el número de fábricas llegó a 762; a 1.703 en 1990; a 2.130 en 1995; a 3.590 en el año 2000. El punto más alto se alcanzó en 2001, con 3.630 establecimientos, sufriendo una caída hasta las 2.819 fábricas en 2004, el punto más bajo.

El empleo también tuvo un crecimiento exponencial, sobre todo en las décadas de 1980 y 1990. En 1970, la IME empleaba 20.327 personas; en 1980, 119.546; en 1990, 446.346 y en 1998, 1.014.006 personas. En el año 2000, el empleo en las maquiladoras alcanzó su punto más alto, llegando a 1.291.232 personas, casi 25% del empleo manufacturero total. En 2003, el momento más crítico de desempleo en la IME, hubo una pérdida de 229.127 puestos en relación con 2000; en 2004, trabajaron en esas empresas 1.115.230 personas. Actualmente la IME concentra aproximadamente el 25,5% del empleo manufacturero nacional y casi el 3% del empleo de México.

Los estados más importantes por el número de maquiladoras asentadas y personal contratado continúan siendo los de la frontera norte, debido a la existencia de redes de infraestructura y a la proximidad con importantes ciudades de los Estados Unidos. En primer lugar, se encuentra Chihuahua –con 272.806 puestos de trabajo– y, en último lugar, Nuevo León, con 59.161 empleos. En 2004, los estados septentrionales fronterizos concentraron 82,8% del empleo total de las maquiladoras.

Enclave exportador

Los objetivos del gobierno mexicano en relación con la IME fueron desde el principio: crear empleos; recaudar divisas; estimular las exportaciones consideradas estratégicas en lo que se refiere a la competitividad internacional; lograr la transferencia de tecnología para impulsar el desarrollo interno; impulsar el desarrollo regional y contribuir al desarrollo general de la economía. Resta ver si esos objetivos fueron alcanzados.

Hay que reconocer el destacado crecimiento de la exportación de la IME en relación con las exportaciones manufactureras y las exportaciones mexicanas totales. De hecho, el auge de México como país exportador manufacturero es en gran parte consecuencia del dinamismo exportador de la IME. En 2004, la industria maquiladora fue responsable del 46% de las exportaciones nacionales totales, con un valor de 86.950 millones de dólares
y un superávit comercial de 19.200 millones de dólares.

México es el primer país exportador de América Latina gracias a la IME. En 2004, el país exportó un valor de 188.000 millones de dólares, seguido de lejos por Brasil, que exportó un valor de 95.000 millones de dólares. Sin embargo, si restamos las exportaciones de las maquiladoras de la balanza comercial mexicana, ésta es altamente deficitaria, lo que no ocurre en el caso brasileño. Incluso así, debido a ellas, así como a un dinámico sector automotriz exportador y a las exportaciones petroleras, México llegó, en la actualidad, a ser el decimotercer país exportador del mundo.

¿La IME transfiere tecnología? Diversos estudiosos coinciden en caracterizarla como un “enclave productivo exportador”, con un inexistente o limitado encadenamiento con el sector productivo nacional. O sea, su única conexión con la economía mexicana es por medio de la generación de empleos, de la entrada de divisas y de un raquítico aporte nacional de insumos utilizados por el sector.

Como conclusión, se puede afirmar que la IME tiene un alto grado de desconexión con el sector industrial local: los insumos de origen nacional llegan sólo al 2%; mantiene un empleo precario con altas tasas de explotación y rotación de puestos por parte de los trabajadores, y paga salarios extremamente bajos en comparación con los salarios percibidos en los Estados Unidos.

Con la crisis norteamericana en 2001, quedó clara la gran dependencia de la industria maquiladora en relación con el ciclo económico de los Estados Unidos, pues generó una contracción del número de establecimientos de la IME asentados en el territorio mexicano y una caída del empleo. Numerosas empresas se retiraron, principalmente las de vestimenta, accesorios eléctricos y electrónicos, y de montaje de muebles. Los estados fronterizos que concentraban el mayor número de fábricas y empleos fueron los más afectados, especialmente Baja California y Chihua­hua.

Una fábrica maquiladora en Tehuacán, México, en mayo de 2007 (Guldhammer/Wikimedia Commons)
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por admin Conteúdo atualizado em 18/05/2017 15:49