Itaipú fue la mayor de las usinas hidroeléctricas construidas durante el ciclo desarrollista brasileño. Negociada con Paraguay en 1966, su construcción comenzó en 1971 y sacrificó las Siete Caídas –hasta entonces el mayor salto del mundo en volumen de agua– para crear un lago de 1.350 km².
Paraguay, soberano sobre uno de los márgenes del río Paraná, tiene derecho a la mitad de la usina y de su producción. Sin embargo, sólo necesita de una pequeña fracción y por ello exporta lo restante a Brasil, según tablas fijadas en dólares por un tratado internacional entre los dos países. Ello hizo de Paraguay un “Kuwait de la electricidad” y le proporcionó el ciclo de crecimiento más significativo desde el fin de la Guerra de la Triple Alianza, así como una compensación parcial y tardía por la destrucción de su economía a raíz de la invasión de Brasil, la Argentina y Uruguay en el siglo XIX.
La obra, no obstante, también estremeció por algún tiempo las relaciones entre Brasil y la Argentina. Ambos países se encontraban bajo dictaduras militares y los argentinos temían que la usina perjudicara el flujo del río o se utilizara como arma estratégica. En esa época Brasil atravesaba una rápida industrialización y la Argentina perdía el ritmo del crecimiento precoz de la primera mitad del siglo, aunque fuera aún más desarrollada.
Hay represas más grandes que Itaipú en volumen de hormigón armado y superiores en volumen de agua, pero la capacidad instalada de esa hidroeléctrica era la mayor del mundo hasta la conclusión de la usina china de Tres Gargantas, en 2009. Aún después, su generación anual de energía (aproximadamente 90.000 gigawatts/hora por año) sigue siendo la mayor del planeta. Tres Gargantas,de Chona, tiene picos de producción más elevados, pues el flujo del río Yang-Tsé es menos regular que el del Paraná, pero proporcionará una generación total menor a lo largo del tiempo.
Con 12.600 MW de capacidad total, distribuidos entre 18 turbinas de 700 MW, cada una instalada entre 1984 y 1991 (más dos que se sumaron en 2005), Itaipú representaba, en 2004, aproximadamente el 7,1% de la capacidad de generación en Brasil, o casi el doble, si también se contara la mitad paraguaya. En la práctica, abastece el 22% de la energía eléctrica consumida por Brasil y el 95% de la usada por Paraguay.