Gustavo Gutiérrez, uno de los principales teólogos latinoamericanos y uno de los exponentes de la Teología de la Liberación, ingresó, en 1947, a la Universidad Nacional Mayor de San Marcos (UNMSM), donde estudió cuatro años de medicina. Al mismo tiempo, hizo la carrera de Letras en la Pontificia Universidad Católica de Perú. En esos años participó, como laico, en la Acción Católica. De 1951 a 1955 estudió filosofía y psicología en la Universidad Católica de Lovaina (Bélgica) y se graduó en psicología. De 1955 a 1959 estudió teología en la Universidad Católica de Lyon (Francia) −donde en 1985 obtendría su doctorado en Teología–, y de 1959 a 1960 en la Universidad Gregoriana, en Roma. Entre 1962 y 1963 estudió en el Institut Catholique, en París.
Gutiérrez se ordenó sacerdote en 1959. Al año siguiente, a su regreso a Perú, asumió la asesoría de la Unión Nacional de Estudiantes Católicos (UNEC), que posteriormente daría origen al Movimiento de Profesionales Católicos, ambos vinculados al movimiento internacional católico de estudiantes y de intelectuales Pax Romana. También en 1960 comenzó a enseñar en la Pontificia Universidad Católica, de cuyo Departamento de Teología fue profesor principal. Sus cursos en la Facultad de Letras y después en la de Ciencias Sociales entablaban un diálogo entre la fe cristiana y el pensamiento contemporáneo. A comienzos de los años 60 asistió al Concilio Vaticano II, como asesor teológico del Monseñor Larraín de Chile. Posteriormente participó en las preparaciones de los diversos Departamentos del Consejo Episcopal Latinoamericano (CELAM), de la II Conferencia General del Episcopado Latinoamericano, en Medellín (Colombia), en 1968, a la cual compareció como perito teológico. De 1967 a 1979 fue miembro del Equipo de Reflexión Teológica del CELAM y, de 1968 a 1980, integró el Equipo de Reflexión Teológica de la Conferencia Episcopal Peruana. En 1979 fue también asesor de varios obispos latinoamericanos en la II Conferencia General del Episcopado Latinoamericano, en Puebla (México).
Década decisiva
Los años 70 constituyeron uno de los momentos clave de su trayectoria. Además de cumplir con las funciones docentes y su jerarquía eclesiástica, Gutiérrez fundó en 1974, con un pequeño equipo, el Instituto Bartolomé de Las Casas. Al mismo tiempo, ejerció el oficio de vicario cooperador de la parroquia San Francisco de Paula, en Rímac, distrito popular de Lima, actuando como encargado de la capilla de Cristo Redentor. La relación diaria con los habitantes de ese barrio pobre y desvalido lo interpelaba cotidianamente sobre el sentido de su trabajo pastoral y teológico.
En verdad, Gutiérrez no es un teólogo de escritorio, sino una persona apasionada e incansablemente comprometida. La proximidad con la vida cotidiana de muchos hombres y mujeres, especialmente con los niños de su parroquia en Rímac, y el oído atento al clamor de ese pueblo constituyeron la fuente que alimentó su espiritualidad y su teología. Con razón, Edward Schillebeeckx, uno de los teólogos más importantes del siglo XX, dijo de Gutiérrez: “su metodología es su espiritualidad”. En efecto, teología y espiritualidad, teología y vida son inseparables en la obra del pensador peruano.
Sus obras más destacadas, Teología de la Liberación (1971), Beber en su propio pozo (1983), Hablar de Dios desde el sufrimiento del inocente (1986), El Dios de la vida (1989), En busca de los pobres de Jesucristo (1992), abrieron marcas profundas en el quehacer teológico, no sólo peruano sino también latinoamericano y universal. Una teología vivida y pensada desde la llamada “periferia” se hizo presente y abrió horizontes y múltiples esfuerzos para vivir y pensar la fe en Jesucristo a partir de los pobres, los “insignificantes”, los “no-personas”. La Teología de la Liberación asume que la historia de la salvación se da en una misma historia, no existe una historia sagrada y otra humana. Su método consiste en entender la teología como acto segundo, porque primero es la práctica o acción humana. Así, la teología es una reflexión de la fe sobre los acontecimientos de la vida, sobre la presencia o ausencia del amor de Dios. Esa reflexión tiene un carácter integral, pues incluye las dimensiones social, económica, humana y religiosa.
Dominicano
Actualmente, Gutiérrez es profesor de Teología en la Universidad Católica de Notre Dame, Indiana, en los Estados Unidos. También es miembro del Consejo de Redacción de las revistas Concilium (Holanda) y Páginas (Perú), de la Asociación de Teólogos del Tercer Mundo (EATWOT), y del Comité Asesor del Centro de Estudios y Publicaciones, que publicó sus principales obras. A fines de 1998 ingresó a la Orden de los Dominicanos en Francia, con la cual mantenía, además, fuertes lazos desde sus años de estudiante en Lyon, y le ofrecía un espacio propicio para el desarrollo de su trabajo teológico. Varias de sus obras se inspiran en el pensamiento del dominicano fray Bartolomé de Las Casas, defensor de los indios en el siglo XVI.
Fue recibido por el papa Bento XVI en 2007 y por el papa Francisco en 2013. Recibió el título de doctor honoris causa en Teología de la Universidad de Yale. En 2015 vivía en el convento de los dominicanos en Lima, Perú, donde se dedicaba a escribir un libro sobre “la opción por los pobres”.