En la personalidad de militante de izquierda del profesor, traductor, crítico, poeta, ensayista y político cubano hay que destacar el compromiso con el mundo cultural latinoamericano, en una amplia y diversificada gama de actuaciones. Como presidente de la institución Casa de las Américas, creó en 1965 la revista homónima, de la cual sigue siendo director. También durante la década del 60 fundó la Unión de Escritores y Artistas de Cuba y la revista Unión. Ocupó cargos diplomáticos (Francia), fue diputado de la Asamblea Nacional y miembro del Consejo de Estado: una diversidad de actuaciones políticas que acompañaron su actividad literaria.
Es reconocido como uno de los poetas más creativos de su generación, junto a Pablo Armando Fernández, Fayad Jamis y Heberto Padilla. Para el uruguayo Mario Benedetti:
[…] su poesía viene de la franqueza, a la vez humilde y orgullosa, a la vez convicta y desconcertada, con que el poeta asume, en nombre de una insegura promoción, de una clase alarmada, su inconfortable función transitiva, su condición de inestable, casi improvisado puente entre dos épocas desgarradas, hostiles […]
El lenguaje despojado, cercano a la mirada y al sentir del ciudadano común, da un toque personal a su poesía inquieta y crítica antes y después de la Revolución Cubana de 1959. Entre los temas de sus versos, a veces prosaicos, están el humor, la amistad, el amor y lo cotidiano.
Se especializó en filosofía y lingüística en la Sorbona, dio clases en Yale y en Cuba. Publicó ensayos y recibió el Premio Nacional de Poesía por el libro Patrias (1951). También ganó, entre otros, los premios Latinoamericano de Poesía Rubén Darío (1980) por Juana y otros poemas personales, el Nacional de Literatura (1989), y la medalla oficial de las Artes y de las Letras (Francia, 1998). Colabora con diversas publicaciones, como Orígenes, Nuestro Tiempo, Nueva Revista Cubana. Otras obras: A quien pueda interesar (1970); Hacia la nueva (1989).