Premio Nobel de Literatura en 1967, Miguel Ángel Asturias descendía de una rica familia guatemalteca. Estudió derecho en su país y antropología en París, donde recibió influencias del grupo surrealista y de tantos otros escritores latinoamericanos, entre ellos René Depestre. En 1942 fue elegido diputado y, más tarde, nombrado embajador en México y en Francia. Por su obra con fuertes características militantes obtuvo el Premio Lenin de la Paz (1966); su primer libro importante, Leyendas de Guatemala (1930), inaugura su mejor producción literaria, desarrollada en un lenguaje rico, barroco, marcado por el idioma y la cultura mayas.
En la senda de los guatemaltecos Wyld Ospina y Flavio Herrera, incorporó al regionalismo elementos indígenas. Uno de sus títulos más conocidos, Hombres de maíz (1949), entrelaza la miseria y el misticismo popular para iluminar la acción de los colonizadores que explotaban las tierras de los campesinos. Une lo mítico y lo maravilloso a la violenta realidad indígena a través de una profusión de imágenes y términos regionales. Hace resonar la obra de Alejo Carpentier, afirmando, sin embargo, la memoria precolombina en oposición a los mitos contemporáneos que el cubano registra.
No escapó a la tradicional novela del dictador, especie de tema recurrente en las obras de expresivos escritores como el venezolano Arturo Uslar Pietri. El señor presidente se publicó en 1946, después de haber sido censurado por protestar contra la opresión y el terror; retrata de manera caricaturesca al dictador enfrentando las fuerzas del bien (el pueblo) y del mal (el dictador). Cuando en 1954 subió al poder Carlos Castillo Armas, se vio obligado a exiliarse, primero en Chile, después en la Argentina, donde no pudo permanecer por la represión anticomunista.
Publicó la trilogía Viento fuerte (1952), El Papa verde (1954), Los ojos de los enterrados (1960), donde denuncia las varias formas de imperialismo contra América Latina como otro escritor y activista político de Trinidad y Tobago, Cyril Lionel Robert James. Tradujo poemas indígenas y escribió varios ensayos. Otra obra: América, fábula de fábulas (1972).