Nació en la localidad bonaerense de Chascomús el 12 de marzo de 1927. Es el primogénito de los seis hijos de Serafín Raúl Alfonsín Ochoa y Ana María Foulkes. A los 13 años ingresó en el Liceo Militar General San Martín y luego estudió abogacía en la Universidad Nacional de La Plata. En 1946 comenzó su carrera política cuando adhirió al Movimiento de Intransigencia y Renovación de la Unión Cívica Radical (UCR), que reunía a una nueva generación de radicales, entre los que se encontraban el futuro presidente Arturo Frondizi (1958-1962) y el dirigente Ricardo Balbín. En 1949 se casó con María Lorenza Barreneche y tuvieron seis hijos. Entre 1950 y 1956 desempeñó diversos cargos de importancia en su partido.
En 1957, cuando la UCR se fracturó en UCR del Pueblo (UCRP) y UCR Intransigente, la primera liderada por Balbín y la segunda por Frondizi, Alfonsín se alineó con la primera, más conservadora. En 1958 se convirtió en diputado provincial por la UCRP, y fue reelecto varias veces hasta 1963. Desde el golpe militar de 1966 se opuso públicamente a la dictadura de Juan Carlos Onganía, por lo que fue encarcelado. Como los partidos políticos habían sido disueltos y la actividad partidaria prohibida, continuó su prédica desde el periodismo. En la revista Inédito publicó numerosos artículos críticos sobre la Revolución Argentina. Luego de la caída de Onganía se enfrentó con Balbín y reunió a su alrededor a los sectores juveniles del radicalismo. Entre 1971 y 1972 se alió con el dirigente Conrado Storani, con quien constituyó el Movimiento Renovador que en 1973 se transformó en el Movimiento de Renovación y Cambio, profundamente crítico con el gobierno peronista. Hacia 1975, durante el gobierno de Isabelita Perón (1974-1976), integró la Asamblea Permanente por los Derechos Humanos. Durante los años de la dictadura militar, 1976-1983, realizó actividades clandestinas desde la revista Propuesta y Control. A mediados de 1981 participó en la Multipartidaria, una convocatoria de los partidos políticos para presionar a la dictadura hacia una apertura democrática. Tras la Guerra de Malvinas, y con la caída del gobierno militar, se realizó la convocatoria a elecciones y Alfonsín inició su carrera hacia la presidencia. Lo apoyaban la juventud y el movimiento estudiantil.
El 30 de octubre de 1983 se impuso en las urnas con más del 52% de los votos. Asumió la presidencia el 10 de diciembre, el Día Universal de los Derechos Humanos. En el campo de las relaciones diplomáticas, tras siete años de dictadura y con la Guerra de Malvinas todavía fresca en la memoria, el gobierno alfonsinista intentó reinsertar a la Argentina en el plano internacional, a través de una fuerte presencia en los foros latinoamericanos. En esa línea se inscribieron la aceptación de la sentencia papal en el conflicto que el país mantenía con Chile por el canal de Beagle –que la ciudadanía apoyó con un plebiscito–, el ingreso al Consenso de Cartagena por la crisis de la deuda externa y las negociaciones con Brasil y Uruguay que antecedieron a la creación del Mercosur.
El tema más conflictivo para el gobierno radical fue el juzgamiento del terrorismo de Estado, los crímenes de lesa humanidad que los militares cometieron entre 1976 y 1983. Para ello, Alfonsín creó la Comisión Nacional sobre la Desaparición de Personas (Conadep) que, presidida por el escritor Ernesto Sabato, elaboró un detallado informe sobre los desaparecidos, muertos y torturados durante la dictadura en los 340 centros clandestinos de detención que operaron en todo el país. El Nunca más, como se tituló el informe, y el Juicio a las Juntas Militares, realizado en 1985, demostraron que en el país existió un plan sistemático para exterminar a los opositores. En el juicio fueron condenados cinco de los nueve militares acusados.
Ante la resistencia y las presiones de las Fuerzas Armadas –que incluyeron dos levantamientos militares–, el gobierno de Alfonsín cedió. Bajo el lema de lograr la “reconciliación nacional”, su partido y él mismo propiciaron, en acuerdo con el peronismo, la sanción de las leyes de Obediencia Debida y Punto Final, que amnistiaban a más de dos mil militares acusados de violaciones a los derechos humanos, con la sola excepción de aquellos que hubieran incurrido en el delito del robo de bebés de desaparecidos.
La relación del gobierno de Alfonsín con el sindicalismo fue problemática. La Confederación General del Trabajo (CGT) realizó catorce paros nacionales, que se sumaban al malestar social provocado por la situación económica que vivía el país. En febrero de 1989, mientras se disputaba la campaña electoral por la sucesión presidencial, comenzó una fuerte ola hiperinflacionaria. En las semanas siguientes hubo saqueos a comercios y supermercados. Ante el caos generalizado, Alfonsín renunció cinco meses antes de finalizar su mandato y traspasó el mando al justicialista Carlos Saúl Menem, que había triunfado en las elecciones. Desde la jefatura del principal partido opositor, fue el motor del acuerdo con el justicialismo llamado “Pacto de Olivos”, que permitió la reelección presidencial de Menem y habilitó la reforma constitucional de 1994. En 1997, junto con Carlos Chacho Álvarez, líder del Frepaso, fundó la Alianza, que ganó las elecciones de 1999 y llevó a la presidencia a Fernando de la Rúa. Entre 1980 y 2004 publicó, entre otros libros, La cuestión argentina, Una propuesta para la transición a la democracia, Alfonsín responde, Democracia y consenso y Memoria política.
Actualmente integra importantes agrupaciones políticas internacionales: la Internacional Socialista; el Interaction Council, que nuclea a ex presidentes de distintos países; la Comisión Sudamericana de Paz; el Interamerican Dialogue; el Comité Asesor del Instituto PAX, y el Centro Latinoamericano de la Globalización. En su larga vida política recibió numerosas condecoraciones y honores. Entre otros, el premio Príncipe de Asturias. Es doctor honoris causa de varias universidades de América y Europa.