En septiembre de 1965, Luis Valdés, de 23 años, hijo de inmigrantes mexicanos, integraba como aprendiz la San Francisco Mime Troupe (un grupo teatral de perfil anarquista de San Francisco, California) cuando supo de la grape pickers’ strike (huelga de los recolectores de uva) y de las pocas adhesiones que el sindicato de trabajadores recibía en sus reclamos. Entonces viajó a Delano para conversar con el líder sindical César Chávez (1927-1993), y tuvo la idea de organizar una compañía teatral formada por campesinos chicanos, capaz de atraer su atención y generar un mayor compromiso en la causa sindical: la lucha por mejores salarios, contra el trabajo infantil y las condiciones inhumanas de trabajo y vivienda.
El Teatro Campesino de Luis Valdés buscaba que el campesino reflexionara y reconociera la fragilidad de su condición y, sobre todo, que entreviera en los personajes y en sí mismo una perspectiva de mejora y redención. Se basó, fundamentalmente, en la agitprop, cuyas raíces se extienden a los movimientos sindicales de la clase trabajadora en la Alemania de la primera mitad del siglo XX y al Partido Comunista en la Rusia pre y posrevolución de 1917.
El público de Valdés estaba compuesto por una masa enorme de campesinos mexicanos traídos de México para trabajar en las huertas de California. Bajo el amparo y la connivencia del gobierno, y la represión del aparato policial local, los campesinos eran privados de todo acceso a acontecimientos y manifestaciones artísticos en territorio norteamericano. Como la agitprop, y ante una platea marcadamente analfabeta, el Teatro Campesino se presentaba en el campo, sobre tablados, en los caminos, para un público inmigrante en un país con costumbres, tradiciones e idioma diferentes. Su objetivo era convertir al teatro en un medio de conscientización política y cultural, utilizando la escena de la vida cotidiana de esos trabajadores como una verdadera oportunidad de investigar.
Puede afirmarse que el auge del Teatro Campesino se dio en la primera fase (1965-1967), cuando conquistó la simpatía y la participación de los campesinos. Durante esa época se destacan los actos-piezas teatrales de corta duración (quince a veinte minutos), hablados en spanglish (asumiendo así el bilingüismo del público), representados siempre al aire libre, de carácter cómico y satírico, y que acercaban la realidad chicana a la performance teatral.
En 1967, y a pesar de funcionar independientemente del sindicato, el Teatro Campesino continuó colaborando con las causas huelguistas. En 1971 incorporó una nueva forma teatral llamada “mitos”, haciendo a un lado la temática política y valorizando la espiritualidad. En 1972, debido a las duras críticas, Valdés desistió, aunque no totalmente, de los mitos, y adoptó un estilo denominado “corrido”, una mezcla de baladas y narrativas folclóricas acompañadas por un grupo musical. Posteriormente, el Teatro Campesino ganó proyección mundial y realizó representaciones en diversas partes de los Estados Unidos y Europa.
En la actualidad el grupo sobrevive, si bien con una menor participación de Luis Valdés, quien comenzó también a actuar en el cine. En este terreno, su proyecto más exitoso fue el filme La bamba (1987). También dirigió Zoot suit (1981) y The cisco kid (1994).