Teatro La Fragua

El Teatro La Fragua se originó en una pequeña casa localizada en Olanchito, Honduras, por iniciativa del pastor jesuita de origen estadounidense Jack Warner, el 19 de julio de 1979 (el mismo día en que las fuerzas sandinistas ocuparon la capital de Nicaragua para deponer a Anastasio Somoza). En 1980, el grupo se trasladó a El Progreso, segunda ciudad hondureña. Con el propósito de utilizar el arte como un “arma de expresión para los pobres y los marginales”, Warner organizó su teatro-escuela basándose en el método del educador brasileño Paulo Freire y lo vinculó al proyecto de las Comunidades Eclesiásticas de Base, que tanto contribuirían para mejorar las condiciones de vida de las poblaciones pobres de América Latina, a partir del movimiento de la Teología de la Liberación. Trabajando con actores oriundos de las comunidades campesinas, Warner estableció, en pocos años, una compañía profesional que trabaja regularmente.

En la época en que el gobierno hondureño colaboraba con los norteamericanos en la lucha contra los sandinistas, La Fragua producía espectáculos que buscaban crear una concientización social y ética, representando temas religiosos, mitos de la tradición maya (el símbolo que identifica al grupo es de origen maya) y denunciando la explotación laboral y la falta de libertades. En sus giras por el interior de Honduras, que acompañaban el calendario litúrgico de la Pascua y la Navidad, las presentaciones en las parroquias de los pueblos combinadas con clases del oficio teatral estimularon la formación de grupos de teatro locales. El estilo de teatro itinerante, colorido, fundado en el juego corporal y en el uso de canciones, máscaras y acrobacias, se mantuvo incluso en aquellas dramatizaciones de tono religioso como El asesinato de Jesús (creación colectiva, 1986).

En 1988 el grupo puso en escena importantes textos del teatro político latinoamericano, como Soldados (de Carlos José Reyes) y Réquiem por el padre las casas (de Enrique Buenaventura), originalmente producidos para el TEC (Teatro Experimental de Cali) de Colombia, y también Las dos caras del patroncito, del Teatro Campesino de Luis Valdés. Algunas escenas de esos espectáculos aparecen en el documental ¡Teatro! Tea­tro y espíritu de cambio en Honduras (Edward Burke, Ruth Shapiro y Pamela Yates, 1989), filme que trata sobre el trabajo del grupo y que despertó interés internacional. El Teatro La Fragua todavía es dirigido por Jack Warner y ha formado una nueva generación de artistas hondureños dedicados al movimiento de la cultura popular.

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por admin Conteúdo atualizado em 10/05/2017 21:18