En la trayectoria de la cearense, los rasgos de pionera son muy acentuados. Ella tiene en la prosa su expresión mayor, consolidada en el entrecruzamiento de dos fuerzas: la nordestina y la femenina. Se inició en el periodismo a los diecisiete años como columnista de O Ceará. Cuatro años más tarde, publicaba O quinze, que caracterizaría sus preocupaciones sociales, el tono coloquial y el lenguaje despojado de su obra. Ya era una escritora consagrada al ingresar a la Academia Brasileña de Letras en 1977, y fue la primera mujer en ocupar un asiento en dicha institución, la misma que veinte años antes le concediera el premio Machado de Assis.
Con un perfil ideológico controvertido, se afilió al Partido Comunista en los años 30 y simpatizó con el régimen militar de los años 60. Caminho de pedras (1937) es una muestra del realismo nordestino, una obra que camina lado a lado con la de Graciliano Ramos. En obras como Dôra, Doralina (1975) se hace eco del compromiso feminista de escritoras como Lygia Fagundes Telles. Traducción, teatro y literatura infantojuvenil se unen a las crónicas que publicó en diarios y revistas como O Cruzeiro , en la cual escribió durante 31 años. Otra obra: Memorial de Maria Moura (1992).