Luis Muñoz Marín fue, sin duda, el político puertorriqueño más importante del siglo XX. Su padre, Luis Muñoz Rivera, fue también la figura política más influyente de su época: padre del autonomismo “posibilista”, actuó como ministro de Justicia y Amnistía durante el gobierno autonomista a finales del colonialismo español y, posteriormente, fue senador y comisionado residente en Washington con el Partido Unión, de Puerto Rico. Su madre, Amalia Marín, era hija de Ramón Marín, hijo ilegítimo de un gran hacendado de Arecibo y una negra esclava. Ramón Marín camufló en Ponce sus orígenes, y se convirtió en uno de los más reputados periodistas de las clases propietarias. Fue dueño del periódico ponceño El Cronista, que luego dirigiría su yerno, Luis Muñoz Rivera, con el nombre de La Democracia. Además fundó, a principios del siglo XX, el Puerto Rico Herald en Nueva York.
Muñoz Marín cursó su educación primaria y secundaria en Puerto Rico y en los Estados Unidos, debido a los continuos viajes políticos de su padre, por lo cual se convirtió en uno de los primeros puertorriqueños absolutamente bicultural y bilingüe. En 1916 abandonó sus estudios de derecho en la Universidad de Georgetown, tras la muerte de su padre que lo obligó a regresar al país. En los años siguientes atravesó una etapa bohemia de escritor y periodista; escribió poesía, cuentos y artículos en varias publicaciones puertorriqueñas y norteamericanas. Confraternizó con los principales escritores y artistas, entre ellos, Luis Palés Matos. En estos círculos literarios conoció a la poeta estadounidense Muna Lee, con quien se casó en 1919 y tuvo dos hijos.
A principios de 1920 militó en el Partido Socialista, pero un creciente anexionismo de éste, lo llevó a retornar a la tradición partidista de su padre. En 1932 fue elegido senador por el Partido Liberal y tomó la dirección del periódico La Democracia. En los años 30 desarrolló una relación muy cercana con los partidarios estadounidense del New Deal y, gracias a estas influencias, se agilizó, en esa década, la implantación de los programas reformistas en la isla.
Contrario al proyecto del senador Tydings, del Congreso de los Estados Unidos, que proponía la independencia para Puerto Rico dentro de unas condiciones económicas que consideraba insostenibles, Muñoz Marín avaló la abstención electoral en 1936. Fue expulsado del Partido Liberal e inmediatamente fundó la Acción Social Independentista, que se trasformó en el Partido Liberal Neto, Auténtico y Completo. Por razones jurídicas, el partido tuvo que abandonar ese nombre y la organización se rebautizó Partido Popular Democrático (PPD). En 1937 fundó, además, la Asociación Puertorriqueña pro Libertades Civiles. Allí conoció a la profesora Inés Mendoza, quien había militado en el Partido Nacionalista y había lanzado una intensa campaña por la defensa del español como idioma de enseñanza (entre 1898 y 1935 el idioma oficial de las escuelas en Puerto Rico fue el inglés). Muñoz Marín comenzó a convivir en matrimonio con ella, desafiando la moral convencional. Luego de divorciarse de su esposa norteamericana, tuvo con ella dos hijas. Una de ellas, Victoria Muñoz Mendoza, sería en 1992 la primera mujer postulada para la gobernación puertorriqueña.
En 1938, Muñoz Marín comenzó una ardua campaña política en la zona rural, acompañado por Inés Mendoza. Por esa época transformó el discurso político: de la retórica florida a un estilo didáctico, con oraciones cortas y símiles y metáforas populares, como puede verse en su publicación El catecismo del pueblo. En un claro ejemplo del abordaje “posibilista”, recomendaba a los campesinos aceptar el dinero con el cual los “caciques” locales y los grandes intereses le ofrecían comprar su voto, pero siendo éste secreto, en las urnas debían votar por la vergüenza contra el dinero. Por otro lado, como con los compromisos de la democracia “¡no se brega!”, obligó a todos los candidatos del PPD a que juraran solemnemente ante el pueblo que defenderían las medidas que proponía su programa de justicia social.
En 1940, el recién fundado PPD obtuvo una sorpresiva victoria electoral, y Muñoz Marín llegó a la presidencia del Senado. Con apoyo del también recién nombrado gobernador Rexford G. Tugwell, próximo al New Deal, el PPD consiguió implantar su programa de reformas. Su primera ley, enfrentando a la Iglesia Católica y sus antiguas costumbres sociales, eliminaba la categoría de “hijos ilegítimos” y garantizaba a los hijos extramatrimoniales todos los derechos legales. El programa populista iba dirigido, sobre todo, contra los grandes intereses azucareros y el capitalismo de plantaciones: una reforma agraria que incluía la distribución de parcelas para erradicar la dependencia de los agregados a los grandes terratenientes; la Ley de las 500 cuerdas, que impedía a las corporaciones poseer una cantidad mayor de 200 hectáreas; la declaración de la economía azucarera como industria de interés estatal sujeta a salarios mínimos determinados por el gobierno; nacionalizar algunas plantaciones y centrales; y promover cooperativas o fincas de beneficio proporcional. El programa impulsaba, también, el establecimiento de industrias estatales dentro de una planificación modernizadora de sustitución de importaciones: fábricas de zapatos, botellas, cemento y papel. Bajo el liderazgo carismático de Muñoz Marín, el PPD logró un arrollador triunfo electoral en 1944 y, así, consecutivamente hasta 1968, cuando Luis A. Ferré Aguayo ganó la gobernación con el entonces recién creado Partido Nuevo Progresista (PNP).
Terminada la Segunda Guerra Mundial y con la disponibilidad (y necesidad) norteamericana de exportar capitales, el PPD sustituyó su programa modernizador a base del establecimiento de empresas estatales por la Ley de Incentivos Industriales (1947) que inició su “industrialización por invitación”. En la misma ocasión, Muñoz Marín, llevó al PPD a abandonar su aspiración de Independencia para Puerto Rico en pro de una negociación posibilista con Washington que apuntaba a mayores poderes autonómicos. El proceso resultó, también en 1947, en la promulgación de la Ley de Gobernador Electivo y culminó con el establecimiento del Estado Libre Asociado (ELA) en 1952. En las elecciones de 1948, Muñoz Marín se convirtió en el primer gobernador electo por los puertorriqueños, cargo que revalidó en las siguientes tres elecciones (1952, 1956 y 1960). En 1964 se rehusó a continuar con un quinto mandato. Dirigió la campaña para la defensa del ELA en un plebiscito (1967), y obtuvo el 60% de los votos.
Durante todo su mandato como gobernador promovió en América Latina el reformismo democrático en amistad con los Estados Unidos, distinguiéndose en su apoyo a las luchas contra los gobiernos dictatoriales. En los años 70 se dedicó a escribir sus Memorias, publicadas póstumamente. Murió en 1980 y su entierro fue el más concurrido que ha visto el país.