El educador brasileño fue, sin lugar a dudas, el pedagogo latinoamericano que más influyó en el pensamiento y en las acciones político-pedagógicas populares de los países del Tercer Mundo en el siglo XX. Aunque sus aportes más importantes y difundidos se hayan centrado en la educación popular y la alfabetización de adultos, también enriquecieron la
pedagogía escolar y la teoría social de la escolarización. De hecho, su obra intelectual y política no sólo ocupa un lugar preponderante en la tradición social crítica de la educación, sino que también tiene su espacio en el pensamiento filosófico, político y social latinoamericano, del cual es una de sus expresiones más notorias e innovadoras.
Paulo Reglus Neves Freire nació el 19 de septiembre de 1921 en Recife. Se casó con Elza Maria Costa Oliveira, maestra de escuela primaria, con quien tuvo cinco hijos. Cuando estaba recién casado trabajó como profesor de Lengua Portuguesa en el colegio secundario Oswaldo Cruz, donde él mismo había estudiado. Aunque su aspiración era ser educador, estudió derecho y se graduó en la Universidad Federal de Pernambuco, por ser la única carrera universitaria de la región que se relacionaba con las ciencias humanas. Después de trabajar como abogado durante un corto período, regresó al magisterio, y lo hizo usando ropa de luto como una forma de protesta y manifestación de tristeza a causa de la Segunda Guerra Mundial.
En 1947 ocupó el cargo de director del Departamento de Educación y Cultura del Servicio Social de la Industria (SESI), órgano recién creado por la Confederación Nacional de Industrias (CNI). En los años 50, junto a otros educadores liderados por Raquel Castro, fundó el Instituto Capibaribe, una institución privada reconocida en Recife por su alto nivel de enseñanza y formación científica y ética. En 1958 participó del II Congreso Nacional de Educación de Adultos en Río de Janeiro.
En 1959, luego de defender su tesis “Educação e atualidade brasileira”, obtuvo el título de Doctor en Filosofía e Historia de la Educación y fue nombrado profesor de Filosofía e Historia de la Educación en la Facultad de Filosofía, Ciencias y Letras. Al mismo tiempo fue elegido uno de los primeros quince miembros del Consejo Estatal de Educación del Estado de Pernambuco, por ser una de las personas de más “notorio saber y experiencia en materia de educación y cultura”. En 1961 fue designado director del Departamento de Extensión Cultural de la Universidad de Recife. Sus primeras experiencias como profesor de educación superior las adquirió en la Escuela de Servicio Social de dicha universidad.
La alfabetización como lectura del mundo
Usando un lenguaje muy particular y sugerente, con una filosofía de la educación absolutamente innovadora, Paulo Freire proponía que la alfabetización y la educación de adultos se articularan en un proyecto de liberación política y cultural más amplio y que, a tal efecto, se dirigieran a la “lectura del mundo” y a la toma de conciencia crítica con respecto a la cotidianidad opresiva que vivían los sectores populares. Luchó para que la educación popular se convirtiera en una acción político-cultural para la emancipación de los oprimidos, estimulando la cooperación, la decisión autónoma, la participación política y la responsabilidad social y ética de los educandos.
La teoría pedagógico-política de Freire debe ser comprendida en el contexto en el que surgió y, por tal motivo, como una política de democratización radical del saber. En los años 60, en el Nordeste brasileño la mitad de sus millones de habitantes era marginada y analfabeta. Como Freire afirmaba, vivían en una “cultura del silencio”, sometidos por la “pedagogía
del opresor”. Era necesario “darles la palabra” o, mejor aún, que ellos mismos la tomaran, la recrearan y la usaran para escribir su propia historia.
Con esa auténtica filosofía política y antropológica de la educación, Freire fue desarrollando, a través de diversas experiencias durante la década de 1960, el “método de alfabetización”, fundado en el principio de que el proceso educativo debe partir de la realidad que rodea al alumno y de la alianza entre la teoría y la práctica pedagógicas. Esquemáticamente, el método consiste en lo siguiente:
1) observación y cuestionamiento antropológicos por parte de los educadores, con el objetivo de obtener una “sintonía cultural” con el universo verbal y de sentido en el que viven los alumnos;
2) búsqueda de las palabras “generadoras”, con énfasis en la riqueza silábica y en el sentido vivencial y experiencial de las palabras;
3) codificación de las palabras en imágenes visuales que estimulen la transición de la “cultura del silencio” a la conciencia cultural y política crítica;
4) “problematización” del escenario cultural y político concreto;
5) “problematización” de las palabras generadoras a través de un diálogo en los “círculos de cultura”;
6) decodificación crítica y creativa del mundo para que los participantes se asuman como sujetos constructores de su propio destino.
Las primeras experiencias se dieron en 1963, con trescientos trabajadores rurales que fueron alfabetizados en 45 días. Al año siguiente, el entonces presidente de Brasil, João Goulart, convocó a Freire para que se ocupara de la alfabetización de adultos en el ámbito nacional. Estaba prevista la instalación de 20.000 círculos de cultura para un público de dos millones de analfabetos. Pero cuando Freire ya estaba participando activamente de los trabajos del Programa Nacional de Alfabetización tuvo lugar el golpe militar del 31 de marzo de 1964, liderado por el general Humberto de Alencar Castelo Branco. Antes de verse obligado a exiliarse pasó 75 días en prisión, por ser considerado un peligroso pedagogo político, acusado de “subversivo e ignorante”.
Su experiencia en el exilio consolida la teoría
Refugiado en la embajada de Bolivia, después de pasar algunos días en aquel país, viajó a Chile, donde comenzó a trabajar para varias organizaciones internacionales. Participó de la reforma educativa llevada a cabo por el gobierno democratacristiano de Eduardo Frei Montalva con el apoyo del Frente de Acción Popular de Izquierda. El gobierno chileno necesitaba nuevos profesionales y técnicos para consolidar los cambios iniciados, principalmente, en el sector agrario. Freire fue convocado para trabajar en la formación de esos nuevos técnicos. En Chile encontró un espacio político, social y educativo muy dinámico, rico y desafiante, que le permitió revisar y reformular su método, sistematizando su teoría. La experiencia continuó hasta el año 1968 y fue fundamental para consolidar su obra político-pedagógica.
Sus libros Educação como prática da liberdade (Educación como práctica de la libertad), traducido al español en 1969, y Pedagogia do oprimido (Pedagogía del oprimido), publicado en español en el mismo año, fueron el resultado de aquel rico proceso. Esas obras, sobre todo la última, recibieron en su concepción una gran influencia de reflexiones filosóficas y sociológicas de diversas vertientes, entre las cuales se encuentran la fenomenología, el existencialismo, el cristianismo, el personalismo, el marxismo y el hegelianismo. En el centro de sus lecturas heterodoxas, que incluían a Freud, Jung, Adler, Frantz Fanon y Fromm, pero siempre en sintonía con la práctica educativa liberadora, Freire comenzó a desarrollar conceptualmente una “psicología de la opresión”, una “pedagogía para la liberación” y la “conciencia crítica” de los sectores oprimidos y colonizados. Términos acuñados por Freire en esa época, como “educación bancaria”, “alfabetización como concientización” y “educación liberadora”, se instalaron definitivamente en el lenguaje educativo crítico.
Después de abandonar Chile y de pasar un año trabajando y estudiando en la Universidad de Harvard (Estados Unidos), se mudó a Ginebra, donde vivió exiliado durante dieciséis años. Desde allí viajó como “consejero andante” del Departamento de Educación del Consejo Mundial de las Iglesias por tierras de África, Asia, Oceanía y América, con excepción de Brasil. Durante ese período asesoró a gobiernos y organizaciones de varios países africanos, recién liberados de la colonización europea, y los ayudó a implementar sus sistemas educativos, basados en el principio de la autodeterminación.
Sobre esas experiencias Freire escribió otra de sus obras más importantes: Cartas à Guiné-Bissau (Cartas a Guinea-Bissau). Mantuvo un diálogo directo con Amílcar Cabral y Julius Nyerere, mientras su obra adquiría influencias, también heterodoxas, de Gramsci, Kosik, Habermas y Henri Giroux. Freire volvió a los Estados Unidos, donde se vinculó activamente con la pedagogía crítica norteamericana.
El regreso trae una vivencia administrativa
En agosto de 1979 volvió a Brasil amparado por la amnistía política. Después de tantos años de ausencia y tratando de “reaprender” a Brasil, realizó incesantes viajes por el país, dando conferencias, publicando artículos, notas, opiniones y libros, y estableciendo un diálogo con estudiantes y educadores. Fue profesor de la Universidad Estadual de Campinas (Unicamp) y de la Pontificia Universidad Católica (PUC) de São Paulo. Recibió decenas de títulos de doctor honoris causa de universidades de todo el mundo, además de numerosos premios, incluido el de la Paz de la Unesco en 1987.
Desde su regreso, además de comprometerse intensamente con la actividad académica, mantuvo una vigorosa militancia política durante la transición democrática en los movimientos sociales y en el Partido de los Trabajadores (PT). Freire demostró, una vez más, su compromiso social, político y pedagógico con las mayorías excluidas cuando asumió el cargo de Secretario de Educación del Municipio de São Paulo, durante la administración de la entonces mandataria del PT, Luíza Erundina (1989 y 1992).
La experiencia de gobierno contribuyó a que Paulo Freire reflexionara sobre su pensamiento político-pedagógico y lo profundizara, sobre todo en lo que se refería a la tensión existente entre las tradiciones políticas y culturales de la educación pública y de la educación popular, siempre presente en América Latina. En sus últimas obras, principalmente en Pedagogia da esperança, Professora sim, tia não, Cartas a quem ousa ensinar (Cartas a quien pretende enseñar) y Pedagogia da Autonomia - saberes necessários à prática educativa (Pedagogía de la autonomía: saberes necesarios para la práctica educativa), Freire manifestó claramente, con aquel lenguaje simple y coloquial que siempre lo caracterizó, la transferencia de sus preocupaciones políticas y educativas al campo de la administración escolar pública.
Paulo Freire murió el 2 de mayo de 1997, a los 75 años, dejándole al mundo un extraordinario legado intelectual y ético, basado en la riqueza de su obra y en la dignidad con la que supo construir su vida en coherencia con su pensamiento.