Su humor característico refleja la lúcida conciencia sobre las contradicciones de su vida de burgués revolucionario, hijo de padre rico y madre pobre. Ingresó en el Partido Comunista de El Salvador siendo todavía joven y sobrevivió a las persecuciones y prisiones reiteradas, pero no a la acción del ala extremista de las Fuerzas Revolucionarias, que lo asesinó en el mes que habría cumplido 40 años. En 1961 lanzó su primer libro, La ventana en el rostro. En parte de su poesía publicada (Poemas, 1968) resuena el compromiso con la revolución social y el deseo de testimoniar su época.
Intelectual emblemático, construyó un proyecto literario que evocaba la “responsabilidad histórica” de la que hablaba el escritor boliviano Edmundo Paz Soldán sin comprometer la excelente cualidad estética de sus libros. Recibió el Premio Casa de las Américas por Taberna y otros lugares (1969). Escribió narrativas y ensayos aún poco conocidos, y en 1970 el libro de poemas Los pequeños infiernos.