Tres grandes centrales sindicales coexisten en Colombia: la Central de Trabajadores de Colombia (CTC); la Confederación General del Trabajo (CGT) y la Central Unitaria de Trabajadores (CUT). Esta última fue fundada en 1986 por sectores de izquierda, que en esa época representaban a más del 80% del movimiento sindical del país. Actualmente, el 65% de los trabajadores sindicalizados están vinculados a la CUT.
El movimiento sindical colombiano enfrenta desafíos aun mayores que los que les toca enfrentar normalmente a sus vecinos latinoamericanos. Una guerra civil no declarada afecta al país hace más de medio siglo –el marco inicial del conflicto fue el asesinato de Jorge Gaitán, líder del Partido Liberal (PL), en 1948–, y los dirigentes sindicales terminan siendo las víctimas principales de violaciones de los derechos humanos. La violencia se dirige claramente contra las centrales menos alineadas con el gobierno: más del 90% de las violaciones de derechos humanos afectaron a sindicalistas de la CUT, mientras que sólo el 6% de los miembros de la CGT fueron víctimas, y la CTC no registró ningún caso en 2004.
La violencia contra el movimiento sindical, aliada al deterioro del mercado de trabajo en los años 90 por la adopción de políticas neoliberales, hizo que las tasas actuales de afiliación sindical retrocedieran a los niveles de 1947, cuando eran del 4,7%. En 1965, con el auge del crecimiento de la población sindicalizada, el índice alcanzaba a más del 13%.
Según datos de la Escuela Nacional Sindical (ENS), la central que más convenciones colectivas firma es la CUT, con el 45% del total, seguida por la CGT con el 8,5% y por la CTC con cerca del 2%. Los trabajadores amparados por convenio colectivo tienen mejores condiciones de trabajo y mayor nivel de ingresos que los demás. Solamente cerca del 1% de la población ocupada en Colombia tiene acceso al convenio colectivo. La ENS atribuye esa situación a la baja tasa de sindicalización de la población ocupada, a la práctica de negociar por empresas en detrimento de negociaciones sectoriales, a la violencia contra sindicalistas y a la flexibilización del mercado de trabajo.