La Coordinación de Perfeccionamiento de Personal de Nivel Superior (CAPES) es una agencia federal brasileña de política científica y tecnológica que surgió durante el segundo gobierno de Vargas, en el marco de una coyuntura de afirmación del desarrollo nacional inaugurada en los años 30 para impulsar la investigación científica y su integración con la enseñanza. Los institutos de investigación creados a finales del siglo XIX –Museo Paraense Emílio Goeldi (1871), Instituto Agrónomo de Campinas (1887), Instituto Bacteriológico de São Paulo (1893), Museo Paulista (1893), Instituto Butantã (1899) y Manguinhos/Oswaldo Cruz (1900)– permanecían desvinculados de la enseñanza y, recién años más tarde, se establecerían diversas universidades para integrar la enseñanza con la investigación. En 1934 surgió la Universidad de São Paulo (USP); en 1935, la Universidad del Distrito Federal y en 1948 se creó la Sociedad Brasileña para el Progreso de la Ciencia (SBPC). En 1951 dicho movimiento adquirió un nuevo impulso con el establecimiento de la CAPES a través del decreto N.º 29.741 y del CNPq (Consejo Nacional de Desarrollo Científico y Tecnológico).
Inicialmente la CAPES era una comisión de promoción de la Campaña de Perfeccionamiento de Personal de Nivel Superior y su principal objetivo era capacitar al personal de nivel superior, en particular al cuerpo docente de las universidades, con el fin de atender las necesidades de desarrollo de Brasil. Por otra parte, asumió las tareas de promover el estudio de las necesidades del país, impulsar la instalación y la expansión de centros de perfeccionamiento y estudios de posgrado, movilizar recursos para proporcionar una capacitación capaz de corregir determinadas deficiencias identificadas y aprovechar las oportunidades de perfeccionamiento ofrecidas por diferentes programas de asistencia técnica de la ONU y de los convenios bilaterales.
Desde 1951 hasta 1964 la CAPES estuvo dirigida por Anísio Teixeira, su secretario general y gran promotor. Estaba directamente vinculada al Ministerio de Educación y a la presidencia de la República y tenía gran autonomía en la gestión de sus recursos. A pesar del modesto presupuesto “diez veces inferior al del CNPq”, se convirtió en la primera agencia que apoyaba las ciencias sociales. Ayudó en la implementación de cursos de especialización y de posgrado. Asimismo, ofreció becas de estudio en el país y en el exterior, adonde, entre 1953 y 1959, se dirigieron cerca de 120 brasileños por año (20 de los cuales lo hicieron recibiendo una beca completa). Con el objetivo de suplementar sus esfuerzos desarrolló un estrecho contacto con las embajadas de Francia, los Estados Unidos, Canadá y Alemania, que también disponían de programas de becas de estudio.
La CAPES se destacó en la estructuración del proyecto de organización de la Universidad de Brasilia (UnB) y, a comienzos de los años 60, apoyó la implementación de los cursos de posgrado stricto sensu que se desarrollaron en la UnB, en las universidades federales de Río de Janeiro, Rio Grande do Sul y Viçosa, en el Instituto Tecnológico de Aeronáutica (ITA) y en la Escuela Superior de Agricultura Luiz de Queiroz. Con el golpe de 1964 fue destituida su dirección y se amenazó con la extinción de la entidad, pero luego se optó por redefinirla, transformándola en “coordinación”, desvinculándola de la presidencia de la República y subordinándola directamente al Ministerio de Educación y Cultura (MEC). El órgano perdió su autonomía administrativa y su director ejecutivo comenzó a aplicar las decisiones del Consejo Deliberativo, cuyos miembros eran directamente designados por el ministro y en el cual no participaba el director ejecutivo.
Revalorización
La reanudación del desarrollo económico y las pretensiones de autonomía de la autoridad militar que tenía la institución acarrearon la revalorización de la CAPES. Los decretos N.º 66.662 y 66.927 de 1970 enfatizaron las funciones del director ejecutivo y le garantizaron su presencia en el Consejo Deliberativo, cuyos miembros comenzaron a ser designados por la comunidad académica. También se instituyó el FAPES, un fondo destinado a viabilizar la autonomía financiera de la agencia. El decreto-ley N.º 74.229, de julio de 1974, restableció su autonomía administrativa y financiera y reemplazó al Consejo Deliberativo por el Consejo Técnico-Deliberativo (CTA), que pasó a ser presidido por un director general. El posgrado adquirió importancia estratégica para la Enseñanza Superior. En articulación con los Planes Nacionales de Desarrollo y con los Planes Básicos de Ciencia y Tecnología se crearon los Planes Nacionales de Posgrado, elaborados por diversas instituciones, entre ellas la CAPES, que adquirieron una creciente proyección. En 1981, con la extinción del Consejo Nacional de Posgrado, la agencia pasó a ser el órgano formalmente responsable por la creación de los planes y fue la que se encargó de elaborar el II y el III Plan Nacional de Posgrado.
En el mismo año, la CAPES adquirió el carácter de agencia ejecutiva del Sistema Nacional de Ciencia y Tecnología y quedó encargada de elaborar, coordinar y acompañar todas las actividades relacionadas con el posgrado en el MEC. La expansión de los cursos de posgrado y la necesidad de evaluar su calidad llevaron a formalizar la participación de la comunidad académica en el análisis de las solicitudes de las becas de estudio y en la evaluación de cursos y en la elaboración e implementación de proyectos, para lo cual se crearon comisiones específicas.
Limitaciones
Con el arribo de Fernando Collor de Mello al poder, la CAPES fue extinguida en 1990. La victoriosa lucha por su restauración implicó su transformación en fundación, en enero de 1992, a través de la Ley N.º 8.405. La lucha por la recomposición de las partidas presupuestarias logró cierto éxito durante el gobierno de Itamar Franco, pero la ofensiva neoliberal que continuó con el gobierno de Fernando Henrique Cardoso impuso una significativa reducción de las mismas, las cuales descendieron de R$ 725 millones a R$ 460 millones (en valores actualizados del año 2002) entre 1996 y 2002. Consecuentemente se vio limitada su capacidad de hacer frente a nuevos desafíos, como la recuperación de la universidad pública –afectada por las restricciones presupuestarias–, la expansión de la enseñanza a distancia, la proliferación de establecimientos de enseñanza privada y el control de su calidad, y la integración del país en el proceso mundial de generación de conocimientos.