El Taller de Investigación Teatral (TIT) surgió por iniciativa de Raúl Osorio, investigador de la Universidad Católica, en Santiago (Chile), con el objetivo de promover un teatro de carácter nacional, poniendo en escena obras con temas chilenos. Para oponerse a un sistema en el que primaba lo comercial o lo institucional, decidió crear un espacio de investigación independiente en los moldes del “teatro oficina”, idea anteriormente desarrollada en el Taller de Experimentación Teatral de la Universidad Católica y en el Teatro del Errante, de los cuales fue parte entre 1968 y 1973.
Formado en 1976, el grupo se propuso investigar una metodología de creación de la escena que permitiera a los actores y al director aproximarse a la realidad sin la mediación previa del texto dramatúrgico, con el objetivo de construir la escritura escénica basada en lo observado. Según Raúl Osorio, no se trata de
transformar simplemente a los actores y al director en dramaturgos, por lo menos no el sentido tradicional de ese papel. La fase de escritura de un texto se posterga hasta la obtención completa del producto artístico que se quiere alcanzar. Al mismo tiempo se condensan la selección y la formalización de la temática y de su escenificación en un sólo momento: el de la actuación.
Así estrenó en 1977 Los payasos de la esperanza, que trata con humor sarcástico el desempleo mediante las peripecias de unos payasos que buscan un modo de ganarse la vida, una creación colectiva con texto final de Raúl Osorio y Mauricio Presutic.
En 1979 surgió Tres Marías y una Rosa, nueva creación colectiva con texto final de David Benavente, considerada una de las grandes piezas del repertorio chileno de todos los tiempos. En palabras de Grínor Rojo, estudioso del teatro de Chile, “pocas veces ocurrió en el teatro chileno una conspiración más imbatible entre tema y obra, contenido y forma, arte popular y arte culto”. El desempleo, el hambre, la marginación social y política, la persecución ideológica, el exilio exterior e interior son los temas de esta pieza que narra la trayectoria de cuatro mujeres de estratos sociales diferentes, pero con un mismo destino de violencia política, que se encuentran en las oficinas de la Secretaría de la Solidaridad, en la periferia de Santiago, y cuyo único sustento proviene de la venta de arpilleras, tejidos bordados con lana.
En la década de 1980, los espectáculos de creación colectiva como los desarrollados por el TIT parecieron llegar a cierto agotamiento estético. El grupo concentró sus actividades de investigación en el ámbito universitario. Varios elementos contribuyeron a la decadencia de la producción colectiva en el teatro chileno de entonces; entre otros la relativa liberalización política producto de las “Jornadas de Protestas Nacionales”, manifestaciones públicas contra el régimen, apoyadas por la comunidad internacional de defensa de los derechos humanos.
En 1998 estrenó Una casa vacía, con dirección de Raúl Osorio, basada en la novela homónima de Carlos Cerda. La obra enfoca los fantasmas del pasado reciente del país, cuando millares de ciudadanos comunes debieron soportar los tratos más degradantes y brutales, como el sadismo y la muerte impuestos por la dictadura militar. Una vez más, el TIT marca la trayectoria del teatro chileno.