Presidente que ejecutó el más osado programa de desarrollo económico del siglo XX y transfirió la capital de Río de Janeiro a Brasilia. Fue el estadista más destacado del corto período democrático entre el Estado Nuevo (1930-1945) y la dictadura militar (1964-1985). La historia política de JK empezó después de la insurrección militar antigetulista de la oligarquía paulista (la llamada Revolución Constitucionalista de 1932). Como médico, fue convocado para dar asistencia a las fuerzas de Minas Gerais en la guerra contra São Paulo. En el frente de batalla se hizo amigo de Benedito Valadares, que más tarde sería nombrado por Getúlio Vargas interventor en Minas Gerais.
Con experiencia para dialogar con la población pobre, se postuló como diputado federal en 1934, ganando con gran número de votos. Legisló hasta 1937, cuando Vargas dio el golpe que instituyó el Estado Nuevo y cerró la Cámara. Recién retomaría la carrera política en 1940, al ser nombrado, nuevamente por Valadares, alcalde de Belo Horizonte. Desde este puesto, invirtió en proyectos de infraestructura, abrió avenidas, canalizó ríos y construyó puentes que integraron zonas distantes del centro de Belo Horizonte.
Dejó el gobierno de Belo Horizonte en 1945, con Valadares y Vargas, después del fin del Estado Nuevo. Enseguida, se postuló como diputado federal constituyente. Su vida política llegó al punto cumbre en la década siguiente, cuando ganó las elecciones para el gobierno de Minas Gerais, en 1950, y para la presidencia de la República, en 1955. Elegido presidente por el Partido Social Democrático (PSD), tenía como eslogan de su campaña “cincuenta años en cinco”: cincuenta años de progreso en cinco años de gobierno.
Durante su gobierno, la ideología desarrollista tomó forma en el Plan de Metas, que tenía como objetivo acelerar el proceso de industrialización. Frente a la recomendación del Fondo Monetario Internacional (FMI) para que redujera gastos públicos, JK optó por romper con el FMI y llegó a defender el estrechamiento de las relaciones brasileñas con la Unión Soviética y otros países del bloque socialista, para conseguir nuevos mercados. Desgastado por las críticas, Juscelino no consiguió que su sucesor, el general Henrique Lott, del PSD, fuera elegido; resultó derrotado en las elecciones presidenciales de octubre de 1960 por Jânio Quadros, del partido conservador Unión Democrática Nacional (UDN).
El mentor de Brasilia, sin embargo, dejó su gestión con credibilidad suficiente para competir en las elecciones de 1965, que quedaron truncadas por el golpe militar de 1964. En la carta de despedida de su gobierno, redactada de puño y letra en 1961, JK se dirigió al pueblo brasileño para exaltar lo que para él hubiese sido un acontecimiento de mayor importancia: la ejecución del plan que culminó, cinco años después del comienzo de su gobierno, con el cumplimiento de la “meta democrática”, es decir, elecciones libres para la definición de su sucesor.
Sin poder postularse a la reelección, en 1960 obtuvo un escaño como senador. Pero el golpe militar de 1964 le anuló el mandato y JK se exilió en Europa. En 1966, al lado del ex gobernador de Guanabara, Carlos Lacerda, y del ex presidente João Goulart, participó de la creación del Frente Amplio, de oposición al régimen, iniciativa que se extinguiría en 1968 con la intensificación de la represión. El fin del movimiento también marcó el cierre de su vida política. El hombre que decía que gobernar era construir rutas falleció en agosto de 1976, en un desastre automovilístico en la Vía Dutra, que une São Paulo con Río de Janeiro.