La CUT nació de la asociación de diversas fuerzas con tradiciones sindicales diferentes (sectores de izquierda, de la pastoral obrera, sindicalistas independientes), cuyo objetivo era construir un sindicalismo autónomo, en oposición a la vinculación de las entidades sindicales con las estructuras del Estado. La agrupación ya nació rechazando las formas de conciliación de clases y defendiendo el amplio derecho de huelga y una acción sindical más combativa ante los embates de los gobiernos y de los patrones. El sindicalismo cutista pretendía representar a los asalariados del campo y de la ciudad y también a la emergente organización de los trabajadores de sectores medios y de servicios, tales como bancarios, docentes, médicos, empleados públicos, entre otros.
El proyecto de crear una central de movilización y lucha de los trabajadores a nivel nacional tuvo como telón de fondo las articulaciones, disputas, divisiones y contradicciones entre las tres principales fuerzas que se desempeñaban en el movimiento sindical: los sindicalistas acomodados en la estructura sindical, los dirigentes vinculados con la izquierda obrera católica y los activistas articulados en torno a la izquierda tradicional, la Unidad Sindical. La oportunidad de realizar tal articulación se dio en 1978, en el marco del V Congreso de la Confederación Nacional de Trabajadores de la Industria (CNTI). La unión de activistas sindicales contra la dirección de la entidad, en aquel momento presidida por Ary Campista, fue un ensayo de unidad y movilización de los dirigentes más activos, los que constituyeron una identidad política propia y pasaron a denominarse sindicalistas auténticos. De dicho grupo formaban parte diversos líderes que, más tarde, crearían la CUT (entre ellos, Luiz Inácio Lula da Silva), además de sindicalistas vinculados con el Partido Comunista Brasileño (PCB).
El movimiento de las oposiciones sindicales, cuya expresión más fuertemente articulada era el Movimiento de la Oposición Sindical Metalúrgica de São Paulo (MOSMSP), también contribuyó en la constitución de la CUT. La primera iniciativa para reunir, organizar y movilizar a las diferentes fuerzas de izquierda que se desempeñaban en el movimiento sindical se dio en el congreso de la MOSMSP, realizado en São Paulo en el año 1979.
Otra intervención importante provendría de la Articulación Nacional de los Movimientos Populares y Sindicales (Anampos). La entidad realizó cuatro congresos nacionales entre 1980 (Encuentro de Monlevade) y 1982 (Encuentro de Goiânia). En el primer encuentro se aprobó el Documento de Monlevade. En el mismo se establecieron las principales banderas y orientaciones: lucha por la democratización de la estructura sindical, siguiendo lo que dicta la Convención 87 de la Organización Internacional del Trabajo (OIT), pero resguardando el principio de la unidad sindical; finalización de los impedimentos jurídicos que restringen el pleno derecho de huelga; y reivindicación de la negociación directa entre trabajadores y patrones, sin la mediación o intervención del Estado.
De la Conclat a la CUT
En la I Conferencia Nacional de las Clases Trabajadoras (I Conclat), realizada en 1981, estuvieron reunidas por primera vez las diferentes fuerzas, tendencias y corrientes del espectro político sindical brasileño. Sin embargo, las disputas y divergencias entre las fuerzas reunidas (por un lado, en torno a la Unidad Sindical y, por otro, alrededor de la Anampos) propiciaron el clima político y la ruptura de la unidad del movimiento, la cual se profundizaría a lo largo de las décadas de 1980 y 1990.
Incluso con esa división se fundó, en agosto de 1983 en São Bernardo do Campo (Estado de São Paulo), la Central Única de los Trabajadores, la cual congregaba a los sectores identificados con la Anampos. Los mismos defendían, de un modo general, un sindicalismo independiente de la injerencia estatal, pero democrático y activo, sin acomodación a la estructura sindical. La CUT debería no sólo garantizar el acceso más amplio de la clase trabajadora a las entidades y a la estructura sindical, sino también ampliar los derechos de organización para todos los individuos.
Los caminos trazados por el sindicalismo propugnado por la CUT desde el momento de su fundación hasta su III Congreso en 1988 representaron el lento pero significativo cambio en su práctica sindical, cuyo contenido más evidente fue el abandono del ideario curiosamente denominado movilizante, libertario, socialista y conflictivo. Con ese cambio en su perfil de acción y de los activistas sindicales en el seno de la CUT, desde el III Concut las prácticas más combativas dieron lugar a un estándar de acción sindical más pragmático y negociador. Así se fue construyendo la figura del “sindicalista profesional”, que fundamenta su accionar de un modo más racional y pragmático en las disputas con los gobiernos y los patrones. La consecuencia de ello fue una reducción en los conflictos para dar lugar a acciones más negociadas.
Institucionalización y moderación
Un elemento importante para ablandar las acciones más radicales de la CUT sería el proceso de institucionalización vivenciado por la central y expresado en los más variados documentos, tesis y discusiones iniciados por la tendencia mayoritaria (Articulación Sindical), que afirma que el objetivo central es la organización de la nueva entidad y no la organización directa en el movimiento sindical y obrero.
Así, en los años 90, en el seno de la CUT se sedimentó un tipo de sindicalismo que quedó consagrado en la literatura como propositivo. Esa práctica sindical tiene en la noción de negociación su elemento principal y estructurador. La misma considera que no alcanza con que los trabajadores asuman una conducta de rechazo, sino que es fundamental, analizando los dilemas enfrentados, que construyan alternativas viables para superarlos. De esta manera, rechazando la estrategia de confrontación predominante en la década de 1980, la CUT ha defendido y practicado un sindicalismo cada vez más moderado, en gran parte como resultado del reflujo de la actividad sindical tanto nacional como internacional.