Cineasta brasileño, director y guionista. Fue periodista desde 1953 hasta 1957. A partir de 1958 estudió en el Institut des Hautes Études Cinématographiques (IDHEC), en Francia. De vuelta en Brasil, se integró al Centro Popular de Cultura (CPC) perteneciente a la Unión Nacional de Estudiantes (UNE) y trabajó como gerente de producción del largometraje de episodios Cinco vezes favela (1962). Se radicó en Río de Janeiro a partir de entonces y, ese mismo año, formó parte de la UNE volante, viajando por todo el país y registrando los problemas sociales de las diferentes regiones. En el Estado de Paraíba filmó un comicio en el que participó Elisabeth Teixeira, viuda de João Pedro Teixeira, líder campesino asesinado por los latifundistas locales. Allí se formó el embrión de Cabra marcado para morrer, documental sobre los acontecimientos de la lucha por la tierra en Brasil. Antes del terminar las filmaciones, en 1964, se produjo el golpe militar: se interrumpieron las filmaciones; varios campesinos que participaban de la película fueron detenidos; el grupo de la filmación fue obligado a escapar; y el equipo, incautado. Parte del material filmado se salvó porque había sido enviado a un laboratorio en Río de Janeiro. Coutinho, entonces, trabajó como coguionista en A falecida (Leon Hirszman, 1965), Garota de Ipanema (Hirszman, 1967), Os condenados (Zelito Vianna, 1974), Lição de amor (Eduardo Escorel, 1975) y Dona Flor e seus dois maridos (Bruno Barreto, 1976). Escribió el guión y dirigió su primer largometraje, la comedia O homem que comprou o mundo (1969). Luego realizó Faustão (1971), película de bandidos nordestinos. Ese mismo año volvió al periodismo, y llegó a escribir críticas en el periódico Jornal do Brasil.
De 1975 a 1984, trabajó en la Red Globo de televisión, en el programa “Globo Repórter” (fue director, editor y redactor), y aprendió a realizar documentales. Retomó la producción de Cabra marcado para morrer, lanzado en 1984, por el que obtuvo consagración nacional e internacional. La película marcó el reencuentro entre el director y el pueblo de la región, casi dos décadas después. Durante parte de los años 80 se dedicó al video documental independiente. Volvió al cine, con Fio da memória (1991), donde abordó la cultura africana y, años después, pasó a filmar largometrajes captados en video y finalizados en película. Así surgieron Santo forte (1999), sobre la experiencia religiosa de habitantes de favelas de Río de Janeiro, y Babilônia 2000 (2001), que trata de lo que los habitantes del morro de Babilonia esperaban con la llegada del nuevo milenio. Edifício Master (2002) se concentró en la cotidianidad de los moradores de un edificio en el barrio de Copacabana, en Río de Janeiro; Peões (2004) se enfocó en los sindicalistas de los años 70 y 80, compañeros del presidente Luiz Inácio Lula da Silva; O fim e o princípio (2005), filmado en la región agreste de Paraíba, recogió testimonios sobre la vida de los habitantes de la región. Su último trabajo fue el documental A Família de Elisabeth Teixeira (2014).
