En la Argentina, el término “cartonero” surge de una generalización realizada para denominar al “ejército de personas” que se dedican diariamente a revolver la basura en busca de restos de cartón, papel, vidrio, y demás residuos que puedan ser reciclados. Es decir, son recolectores informales de basura que se dedican a vender residuos reciclables para subsistir. En general, son personas que contaban con un trabajo formal o informal y sufrieron los efectos de la crisis económica y social desatada principalmente a partir de los hechos ocurridos el 19 y 20 de diciembre de 2001, por lo cual fueron despedidos o los comercios donde se desempeñaban cerraron. Son trabajadores desempleados, que adoptaron la recolección y la venta de residuos como su trabajo.
El surgimiento de los cartoneros no es un hecho reciente. Sin embargo, en los últimos años se han multiplicado debido a la recesión, el desempleo y la crisis económica y social por la que atraviesa el país desde finales de 2001. Actualmente existen unas 154.000 personas que se dedican a esta actividad en todo el país, de las cuales alrededor de un tercio lo hace en la ciudad de Buenos Aires. Conviven con el resto de la sociedad respetuosamente, despertando un sentimiento solidario colectivo y recibiendo ayuda individual, colectiva e institucional, ya sea a través de organizaciones no gubernamentales o instituciones estatales.
Los cartoneros están organizados en distintas agrupaciones y cooperativas, por las cuales presionan para obtener mejores condiciones para su actividad, tales como la clasificación de los residuos en bolsas de diferentes colores. A través de este accionar han logrado la habilitación del denominado “tren blanco”, una unidad exclusiva que utilizan para retornar a sus hogares con toda la recolección del día, y la promoción de leyes que los amparen y los tengan en cuenta como actores de la sociedad.