Asociación de países emergentes integrada por Brasil, Rusia, India, China y África partir de 2000, conseguido gracias a las grandes reservas naturales que poseen, por la gran fuerza de trabajo y por un potencial capaz de desafiar la hegemonía económica y política de los Estados Unidos y de la Unión Europea.
Entrado el año 2000, un grupo de países emergentes comenzó a llamar la atención de los analistas por su creciente fuerza e importancia. Encabezados por China, se trataba de naciones que venían liderando el crecimiento mundial y ampliando su participación en la economía global. Concentrado en este fenómeno, Jim O’Neil, entonces jefe de investigaciones en economía global del banco de inversiones Goldman Sachs, publicó en 2001 el artículo Building Better Global Econonomic BRICs (O’Neill, 2001), y así creó el acrónimo formado por las iniciales de Brasil, Rusia, India y China, que luego se popularizó. En dicho artículo, O’Neill mostraba que hacia fines de 2000, las economías de los BRICS sumadas respondían por el 23% del PBI mundial en Paridad de Poder de Compra (PPP, por su sigla en inglés), más que Europa (17%) y Japón (7,99%). Aunque en el PBI nominal sumaran apenas el 8% de la participación mundial, O’Neill preveía el aumento del peso de los BRIC en los diez años siguientes trazando diversos escenarios: entre 9,1% y 14,2% en términos nominales o el 27% en PPP. Desde entonces, se repiten las proyecciones que sostienen que los BRICS (incluida África del Sur, que se sumó al grupo en 2010) superarán a las economías del G7 (Alemania, Canadá, Estados Unidos, Francia, Italia, Japón y Reino Unido). En el estudio World in 2050, publicado por la Price Waterhouse Coopers en 2013, estaba previsto que en 2017 China ultrapasara a los Estados Unidos en términos de PBI en PPP, y nominalmente en 2027. La India alcanzaría el tercer puesto mundial en 2050, Brasil el cuarto, y Rusia se convertiría en la mayor economía europea en 2020 (PBI PPP), y en 2035 en PBI nominal.
Los países que conformarían el grupo BRICS ya participaban del G20, grupo creado en 2003 que reúne países industrializados y emergentes, cuando decidieron estrechar la cooperación entre sí. Incluso en 2003, en Brasilia, se creó el Foro de Diálogo India, Brasil y África del Sur (IBAS), que hasta 2014 había llevado a cabo cinco cumbres. China y Rusia, en respuesta a la agresiva política norteamericana, terminaron acercándose luego de décadas de divergencias. En 2001 los dos países fundaron junto a Kazajistán, Kirguistán, Tayikistán y Uzbequistán, la Organización para la Cooperación de Shanghái, que abarca diversos campos, de la economía y de la ciencia, pero que tiene como principal objetivo la seguridad y la defensa. Finalmente, en 2008 establecieron sus fronteras después de años de disputa.
La primera reunión de los BRICS, todavía con carácter informal, tuvo lugar en Nueva York en 2006 y convocó a los ministros de relaciones exteriores de Brasil, Rusia, India y China. Tres años después en Ekaterimburgo (Rusia) tenía lugar la primera Cumbre de Jefes de Estado y de Gobierno de los BRICS. Desde entonces se realizaron seis cumbres, la última de ellas en Fortaleza y Brasilia en julio de 2014, considerada la más importante hasta ese momento. Allí se constituyó un banco de desarrollo y se pactó el Acuerdo de Reserva de Contingencia (ACR). El primero está dedicado al financiamiento de proyectos de infraestructura y desarrollo sustentable en los BRICS y en otros países en desarrollo. La sede reside en Shanghái (China), y el mandato del presidente dura cinco años y va rotando entre sus miembros. El ARC se estableció con el objetivo de ser “una plataforma de apoyo, por intermedio de instrumentos de prevención y de liquidez, en respuesta a presiones de corto plazo, reales o potenciales, sobre la balanza de pagos”.
Comenzaría con un monto de US$ 100.000 millones divididos de la siguiente forma: China aportaría US$ 41.000 millones; Brasil, Rusia e India, aportarían US$ 18.000 millones cada uno, y África del Sur entraría con US$ 5.000 millones. La próxima cumbre de los BRICS estaba programada para julio de 2015 en Ufa, capital de la República de Baskortostán, en Rusia.
Críticas y perspectivas
El dossier Perspectivas críticas sobre los BRICS, de Patrick Bond y Ana Saggioro Garcia, publicado en 2014, delinea diez posiciones ideológicas en relación con el bloque. Sin embargo, dichas críticas pueden resumirse en dos grandes grupos, que abarcan la naturaleza de la composición de los BRICS y los intereses que sus países representan interna y externamente.
La primera línea de crítica presupone una incompatibilidad de intereses y una profunda asimetría entre sus miembros, lo cual sería una amenaza, a mediano o largo plazo, para el mantenimiento del bloque. Son asimetrías de diversa índole, según el cientista político José Luís Fiori. Una de ellas se da en relación con el poder militar: China, Rusia e India son potencias atómicas, y las dos primeras participan del Consejo de Seguridad de la ONU. Con relación al poder económico, existe una grieta entre África del Sur, la economía más pequeña del bloque, y China, una potencia en este punto. Lo que hoy los aproximaría, en particular a “Brasil, África del Sur e India –e incluso China– [es que] todavía ocupan la misma posición de países ascendentes que siempre reclaman cambios en las reglas de gestión del sistema mundial y en su distribución jerárquica y desigual del poder y la riqueza”. Sin embargo, incluso esa proximidad, según Fiori, se diluirá, pues lo que hay que prever para las próximas décadas es un distanciamiento progresivo de China con respecto a ese grupo de países (Brasil, África del Sur e India), dado que para entonces China será la economía mundial más importante y también el segundo presupuesto militar del mundo”.
Algo similar dice de la India, que se distanciaría de Brasil y de África del Sur, puesto que éstos son países que “por ahora no cuentan con las herramientas de poder y con los desafíos externos indispensables para el ejercicio de la realpolitik”.
Para el sociólogo norteamericano Immanuel Wallerstein, la importancia de los BRICS residiría en las altas tasas de crecimiento que presentaron desde 2000. El mantenimiento de la depresión mundial y la caída de las tasas de crecimiento de los países del bloque, sumados a la “crisis estructural del sistema-mundo que [está] evolucionado muy rápidamente”, harían muy remota, según él, “la probabilidad de que los BRICS continuaran siendo un grupo que se reúne con regularidad, siguiendo políticas presumiblemente comunes”.
Wallerstein vaticina: “Así como ocurrió con el concepto de globalización, los BRICS pueden revelarse como un fenómeno pasajero”.
Las diferencias de inserción en la estructura de poder mundial pueden ser otro punto de fricción. La falta de voluntad demostrada por China y Rusia para apoyar a la India, Brasil o África del Sur con el fin de que logren conquistar puestos permanentes en el Consejo de Seguridad de la ONU, por ejemplo, podría conducir a la disolución del bloque, según el profesor checo Wouter Zaayman. Sin embargo, son muchas las pruebas de que las convergencias son más que las diferencias. Un ejemplo fue la actuación conjunta para aprobar el reconocimiento de Palestina como miembro pleno de la ONU y la UNESCO, y las posiciones conjuntas tomadas en el Consejo de Seguridad de la ONU (CS) sobre asuntos como la votación contra la intervención militar en Siria, con el veto de China y de Rusia, y la abstención de los demás países del bloque. Históricamente el Índice de Cohesión de Voto (ICV) entre los BRICS en las Asambleas Generales de la ONU, incluso en un período anterior (1992-2008) a la formación del bloque, señala su proximidad y el distanciamiento en relación con los Estados Unidos: el ICV de los cinco con los Estados Unidos fue apenas del 29,15, mientras entre los cinco asciende a 85,6.
Otro blanco de crítica es el carácter de clase y actuación internacional de los países del bloque. Wallerstein alertó sobre las preocupaciones y quejas crecientes de los demás países del sur en relación con los BRICS, que mantendrían relaciones con ellos muy parecidas a las “que los Estados Unidos y el viejo Norte mantenían con los BRICS”. Algunos autores clasificaron a los BRICS como subimperialistas, pues en lugar de contraponerse al capitalismo, buscan una mayor integración dentro de él. El historiador Mathias Luce, por ejemplo, afirma que China practica un imperialismo sui generis, que Rusia es imperialista y que los demás miembros del bloque son subimperialistas. La analista rusa Anna Ochkina señaló como elemento unificador de los BRICS su posición semiperiférica, el hecho de no seguir completamente los patrones neoliberales en política social y económica –pero, incluso así, se inscribieron dentro de su lógica– y estar profundizando las reformas de mercado y destruyendo sus aparatos de seguridad.
Independientemente de las dificultades y los límites de los BRICS, el equilibrio de la balanza de poder mundial se está alterando, lo cual introducirá un cambio en las instituciones políticas y económicas internacionales construidas en la pos-Segunda Guerra. Juntos o separados, los BRICS desempeñarán un papel importante en esa probable transformación.