Blanco, Hugo

Cuzco (Perú), 1934

Trotskista y ex líder guerrillero, Hugo Blanco Galdós, hijo de abogado, estudió agronomía y se unió a una facción del trotskismo en la Argentina, en 1954. De regreso a Perú, en 1958, decidió trabajar como un “arrendatario” más en una hacienda de Alfredo Romainville, en Chaupimayo.

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Hugo Blanco detenido, en 1963 (Reproducción)

Con la Revolución Cubana de 1959, se reprodujeron los “focos” guerrilleros como instrumentos de transformación en toda América Latina en los años 60. La experiencia de Hugo Blanco y sus “sindicatos” campesinos fue muy diferente: en este caso, la organización del pueblo era la premisa de la movilización. Tal apuesta no era infundada, a juzgar por los resultados obtenidos y por la multiplicación de los sindicatos en el sur andino. Los latifundistas podían controlar toda la tierra que quisieran, pero su valorización dependía del trabajo gratuito de los indios. Si estos trabajadores acataban las huelgas de sus sindicatos, tendrían el poder de desencadenar una terrible crisis agraria. Frente al aumento de la represión a los movimientos campesinos, Blanco y el Sindicato de Chaupimayo tomaron las armas, por medio de una columna guerrillera. En mayo de 1963, el grupo fue desbaratado y Blanco, capturado y condenado a 25 años de prisión. En 1970, el gobierno de Juan Velasco Alvarado lo amnistió y en 1971 lo deportó. Vivió en México, Suecia, la Argentina y Chile, hasta regresar a Perú en 1975 y reintegrarse a la vida política. En 1976, después de una protesta popular contra el nuevo régimen militar de Francisco Morales Bermúdez, Blanco fue nuevamente exiliado. Regresó en 1978 e integró la Asamblea Constituyente. En la década de 1980, entre 1980 y 1985, fue elegido diputado nacional por la coalición Izquierda Unida, y actuó como senador de la República hasta el golpe de Alberto Fujimori en 1992. En los años 90 defendió los intereses de los campesinos del Cuzco: propuso la legalización del cultivo de la hoja de coca y la compra del 100% de la producción por los países industrializados. Sería el único medio de ganar la adhesión de los campesinos para combatir el narcotráfico.

A pesar de las persecuciones, desde el inicio, las acciones de Hugo Blanco precipitaron la implementación de la reforma agraria en Perú. Antes que el gobierno de los oficiales del Ejército peruano impusiera, en 1969, una de las reformas agrarias más radicales de la región, el paisaje rural del país estuvo dominado tanto por plantaciones agroindustriales dedicadas al procesamiento de algodón y azúcar, como por enormes latifundios tradicionales cuya producción servía para el mantenimiento de su personal o de pequeños excedentes dirigidos a los mercados locales y regionales. Las primeras eran capital-intensivas y estaban situadas, en general, en la costa central y el norte de Perú. Las segundas, las haciendas tradicionales, eran más trabajo-intensivas y estaban situadas a lo largo y ancho del espacio andino.

La vida cotidiana y la explotación impuesta por los propietarios de las haciendas tradicionales sobre los trabajadores, llámense de siervos, colonos, arrendatarios o huasipungueros, no eran muy diferentes de las que imperaban en la Europa medieval, en el sentido de que explotaban las tierras más pobres del propietario, a cambio del pago de una renta en trabajo o en productos. Pero esta situación comenzó a modificarse en la segunda mitad del siglo XX, con el crecimiento demográfico, el deterioro y la disminución de los recursos rurales y la ilusión de la ciudad grande. Se inició una ola de movilizaciones campesinas, integradas en su mayoría por pequeños propietarios, que invadían las tierras de las haciendas próximas. Según sus palabras, “las recuperaban”, pues tenían la convicción de que gran parte de aquellas tierras era apenas el resultado del despojamiento impuesto a los campesinos por los latifundistas. Estas movilizaciones fueron de la reivindicación de la propiedad de la tierra al cuestionamiento de la legitimidad del orden agrario tradicional.

No todas estas movilizaciones eran externas. Igualmente se desarrolló una presión de los colonos y siervos que trabajaban y vivían en los límites de los grandes latifundios. Ejemplo de ello fue lo que ocurrió en la década de 1960 en los valles de la Convención y Lares, en el Cuzco, zona especializada en la producción y exportación de café. La movilización de los “arrendatarios” de la región fue un éxito total, resultado de la eficiente organización de estos productores en “sindicatos”, como consecuencia del comprometimiento y la enseñanza de Hugo Blanco.

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por admin publicado 01/09/2016 16:31, Conteúdo atualizado em 03/07/2017 20:59