Cura salesiano desde 1982, Aristide estudió teología en Italia, Grecia e Israel. En esos países entró en contacto con corrientes progresistas de la Iglesia Católica. De regreso en Haití, fue destinado a la parroquia de una villa miseria en Puerto Príncipe. En sus sermones atacaba al gobierno de Jean-Claude Duvalier, a quien acusaba de autoritario y plutócrata. Fue perseguido por los Tontons Macoutes, que destruyeron su iglesia, pero escapó a varios intentos de asesinato. La población, principalmente en la capital haitiana, lo apoyaba.
Titid, como se lo conoce, participó activamente en los movimientos que derrocaron a Duvalier en 1986. Estimuló el surgimiento de asociaciones barriales, principalmente en Puerto Príncipe. De ellas salió el movimiento Lavalas (“avalancha” en criollo haitiano), del cual es el líder principal. En 1988 fue expulsado de su orden religiosa, cuyos miembros lo consideraban demasiado radical. Dos años después se presentó a la elección presidencial, y venció con el 67% de los votos.
En el comienzo de su mandato, en 1991, intentó conciliar los intereses de sus defensores y sus opositores. Su estrategia de consenso fracasó y, para no perder la simpatía de las clases populares, radicalizó sus discursos y convocó un levantamiento popular contra las elites. Fue derrocado ese mismo año por militares y ex Tontons Macoutes hostiles a la implementación de cambios radicales en el país, como la reforma agraria y la redistribución del ingreso.
Con su cabeza puesta a precio, Aristide viajó a Venezuela y después a los Estados Unidos. Se acercó al Partido Demócrata, que apoyó su retorno a la presidencia de Haití en 1994. Permaneció dos años en el cargo, período en el que implementó políticas de cuño neoliberal. Sustituido por René Préval, uno de sus aliados, interfirió directamente en los rumbos del gobierno. Fue reelecto presidente en 2000.
Durante su último mandato facilitó el acceso de productos extranjeros a Haití y ordenó la privatización de las empresas de telecomunicaciones y de agua corriente, entre otras. Su política fue criticada por los movimientos sociales. A fines de 2003 reprimió manifestaciones populares contra su gobierno. Al año siguiente, las movilizaciones se multiplicaron. Ex militares se levantaron contra Aristide, quien solicitó ayuda internacional. El gobierno de los Estados Unidos, con el aval de la ONU, decidió intervenir y en 2004 secuestró al presidente y lo envió a la República Centroafricana. Desde entonces Titid financia grupos para conservar el apoyo de los barrios pobres. Llamados Chimè (“quimeras” en criollo haitiano), muchas veces siembran el terror por donde pasan. El ex presidente no esconde, en sus declaraciones públicas, su voluntad de regresar a Haití. Después de siete años en el exilio, el ex presidente volvió a Haiti en 2011.