Reconocido fotógrafo latinoamericano, se inició en las artes de forma autodidacta. Durante sus estudios primarios, las batallas en las calles durante la Revolución dejaron marcas en su imaginación. Manuel Álvarez Bravo realizó sus primeros daguerrotipos en el año 1915 con una cámara prestada. Poco después trabajó para el departamento del Tesoro de México y al mismo tiempo estudió literatura y música en la Academia de San Carlos.
Bravo conoció a su primer mentor, el fotógrafo alemán Hugo Brehme, en 1923. En ese mismo año se contactó con Edward Weston y Tina Modotti, con quienes colaboró posteriormente. Al año siguiente produjo sus primeros trabajos fotográficos (los que más tarde destruiría) inspirados en el pictorialismo. En 1927, en la Ciudad de México, abrió una galería con su esposa Lola, en la cual expuso obras de Rufino Tamayo, José Clemente Orozco (1883-1949), Diego Rivera y Frida Kahlo. Durante ese período estudió la obra de Albert Renger-Patzsch y la estética modernista. En 1929 participó en la exposición colectiva que se realizó en el Berkeley Art Museum en California junto com Imogen Cunningham, Edward Weston, Dorothea Lange, entre otros. Por intermedio de Tina Modotti, Bravo conoció a Rivera y a Frances Toor, escritor y editor de Mexican Folkways, una revista dedicada a estudios sobre folclore y costumbres mexicanos para la cual trabajó. Durante un corto período dio clases de fotografía en la Escuela Nacional de Artes Plásticas, dirigida en esa época por Diego Rivera. En 1930 el cineasta ruso Sergei Eisenstein fue a México para filmar ¡Que viva México!, fotografiado por Bravo. En 1930 sus lentes se dirigieron exclusivamente a la fotografía y al cine.
Admirado entre los artistas vinculados al movimiento muralista, Álvarez Bravo fue invitado a registrar los trabajos de la agrupación en imágenes que luego fueron publicadas en el libro Painted Walls of México, de Emily Edwards. En 1934 conoció a Henri Cartier-Bresson, con quien preparó una exposición en el Palacio de Bellas Artes. Ese mismo año produjo el largometraje El obrero asesinado. Dirigió también algunas películas experimentales, muchas de las cuales se han perdido. Como fotógrafo de cine trabajó también con Luis Buñuel y John Ford hasta que, en 1959, abandonó esa actividad. En 1936, durante algunos meses dio clases en la Hull House Art School de Chicago y, dos años después, en la Academia de San Carlos. En 1939, André Breton incluyó sus trabajos en una exposición surrealista en París. En los años 40 ya estaba consagrado como uno de los mayores fotógrafos de arte y cine del mundo. En 1955 participó de la famosa exposición The Family of Man, en Nueva York.
Recibió diversos premios internacionales por su trabajo, entre los cuales se destacan: la beca Guggenheim, el Premio de Arte Sourasky de la Secretaría de Educación Pública, el título de Maestro de Fotografía del International Center of Photography de Nueva York, el premio Hugo Erfurth Internacional Photography del gobierno alemán y el Premio Peer (Friends of Photography, de San Francisco, California). Además fue nombrado miembro honorario de la Academia de Artes de México y Officier de l’Ordre des Arts et des Lettres por el gobierno francés. Colaboró también en el libro Instante y revelación, con el poeta Octavio Paz. En 1996 se inauguró en Oaxaca el Centro Fotográfico ManuelÁlvarez Bravo. Al año siguiente, Susan Kismaric organizó una retrospectiva de su obra en el Museo de Arte Moderno de Nueva York.