Fujimori, Alberto

Fujimori, Alberto

Lima (Perú), 1938

Presidente de Perú entre 1990 y 2000, Alberto Ken’ya Fujimori es hijo de inmigrantes japoneses que vinieron de Kumamoto, Japón, en 1934. Antes de entrar en la disputa electoral de 1989 con una ambigua coalición llamada Cambio 90, Fujimori enseñó matemática en la Universidad Agraria La Molina desde 1962, fue decano de la Facultad de Ciencias y rector de la Universidad entre 1984 y 1989, cargo que compartió con la presidencia de la Asamblea General de Rectores. Luego de formarse en ingeniería agrónoma, se posgraduó en física en la Universidad de Estrasburgo, Francia, en 1967, y en matemática en la Universidad de Wisconsin, donde obtuvo la maestría en 1969.

La conducción del programa político Concertando en la pantalla de TV confirmó sus habilidades de manipulador y mediador adquiridas en el terreno de la política universitaria. En los últimos y catastróficos años del gobierno aprista de Alan García Pérez, la contienda electoral se centraba en la manera de enfrentar la crisis. La candidatura de Mario Vargas Llosa y el Fredemo (Frente Democrático) defendía la completa aplicación de una profunda política de estabilización; la de Fujimori enfatizaba que su opción no sería ésa, aunque nunca detalló lo que haría. El temor por los efectos negativos de la política del Fredemo sobre el vulnerable tejido social de Perú, unido a la arrogancia de Mario Vargas Llosa, explica el vertiginoso ascenso de un desconocido como Fujimori en la preferencia de los electores, que alcanzó en la primera vuelta un 30,7% del total de los votos, resultado imprevisto hasta para el propio candidato. Ante el desinterés de Vargas Llosa en continuar debatiendo y el presentimiento de que sería derrotado, Fujimori reclutó asesores que, de la noche a la mañana, montaron un improvisado programa de gobierno.

Contrariamente a sus promesas electorales, en los primeros días de su gobierno implementó el “fujishock”, que aumentó la cantidad de pobres en un 70% en un solo día. Continuó con un programa de estabilización que se tradujo en una subasta de empresas públicas, en el despido de trabajadores, en el congelamiento de los salarios y de los gastos en salud y educación pública. Aprovechando el desprestigio del Congreso y del Poder Judicial, así como la corrupción, la incapacidad y la ignorancia de sus miembros, produjo en 1992 un “autogolpe”, que significó el cierre de ambos. Ante la tímida presión internacional, los reabrió con nuevos integrantes, y la opinión pública constató que eran iguales o peores que los anteriores.

Con la desaparición de los partidos políticos y la completa fragmentación de la sociedad civil, Fujimori llevó a cabo una “democracia” plebiscitaria, que puso al líder en contacto directo con las masas, sin mediación alguna; mientras tanto, el uso y el abuso de los recursos del Estado fueron una condición indispensable para garantizar lealtad. Contando solamente con el apoyo irrestricto de las Fuerzas Armadas, y del capital financiero e industrial nativo, estableció un régimen prepotente y arbitrario, sobre una población aislada por la crisis y deslumbrada con la derrota de Sendero Luminoso y del Movimiento Revolucionario Túpac Amaru (MRTA), y con el control efectivo de la inflación. Ese contexto, además, explica la transformación del robo y la violación a los derechos humanos en políticas de gobierno, para lo cual contó con la complicidad de su socio Vladimiro Montesinos y de mucha gente inescrupulosa.

La crisis y el ostracismo de los partidos políticos peruanos y latinoamericanos en las últimas dos décadas fueron resultado de la contradicción entre su prédica pública, a favor de la democracia, y sus prácticas partidarias autoritarias, así como también del fracaso de los gobiernos frente a los problemas de la población. Emergieron así auténticos outsiders que, con el pretexto de su condición de técnicos, no comprometidos con la maquinaria partidaria, buscaron la preferencia y el apoyo de los electores, creando coaliciones ad hoc en la víspera de la elección que de­saparecían al día siguiente. El candidato-presidente seguía, pues, hallándose libre de rendir cuentas de las promesas hechas a sus electores y no contaba con un partido que controlara sus actos.

A fines de 2000, al estallar un escándalo de corrupción en el país, Fujimori huyó hacia Tokio, desde donde envió su renuncia por fax. El Congreso peruano no la aceptó y lo destituyó declarándolo en rebeldía. Su doble nacionalidad, peruana y japonesa, y la ausencia de un tratado de extradición entro los dos países le evitaron ser juzgado en Perú. En noviembre de 2005, durante un viaje a Chile, fue detenido en Santiago y liberado en mayo de 2006 hasta ser extraditado y llevado a la justicia de Perú . El juicio empezó en el 2007, sumó noventa audiencias y terminó en abril del 2009, cuando el ex presidente fue declarado culpable por el Tribunal Criminal Especial de la Suprema Corte del país y sentenciado a 25 años de cárcel por varios crímenes, entre ellos corrupción, formación de pandilla, secuestro y asesinato.

En 2015 Fujimori cumplía sentencia en una cárcel en Lima y aguardaba la respuesta a su solicitación de perdón humanitario dirigido al presidente Humala Ollanta. A pesar de la condena, el ex mandatario todavía contaba con miles de seguidores, que transformaron a su hija, Keiko Fujimori, del partido Alianza para el Futuro, en la parlamentaria más votada del país en las elecciones del 2006. Keiko concurrió a la presidencia en 2011, fue a la segunda vuelta y perdió por un margen estrecho de votos. 

 

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por admin publicado 16/01/2017 13:45, Conteúdo atualizado em 08/07/2017 14:51