La crítica especializada reconoce que la poesía, el teatro, las artes plásticas y la vida académica del Paraguay del siglo XX no se explican sin Josefina Plá, cuya obra es prácticamente desconocida fuera de su país. Española de nacimiento, emigró a los dieciocho años a Paraguay, su país de adopción, ya casada por poderes con el ceramista Andrés Campos Cervera, 21 años mayor que ella, conocido internacionalmente con el seudónimo de Julián de la Herrería.
Junto a su marido, renovó las artes plásticas en Paraguay. Colaboró con la prensa escrita, trabajó en la radio y organizó exposiciones de arte. Su obra poética, que no sobrepasa la centena y media de poemas, habla del dolor de estar vivo. En el libro de poemas Tiempo y tiniebla (1982), escribió lo siguiente: “el vestido demasiado corto, que jamás me quedó bien, el vestido, que llegó tarde, para ir a la fiesta, cuando ya me había dormido”. Entre sus libros de poesía se destacan también El precio de los sueños (1934), su primer trabajo, El polvo enamorado (1968), Antología poética (1977), Cambiar sueños por sombras (1984) y La llama y la arena (1987).
Con la muerte de Andrés, en 1934, durante su estadía en España, Josefina Plá decidió regresar a Paraguay. Con el poeta Hérib Campos Cervera y Augusto Roa Bastos, que siempre se declaró su discípulo, formó la célebre tríada de la llamada Generación del 40. Contrariamente a sus colegas contemporáneos, Josefina siempre tuvo una relación difícil con la dictadura de Alfredo Stroessner (1954-1989). En 1940 nació su hijo Ariel, registrado con el apellido materno.
Doña Josefina Plá, como es respetuosamente llamada por los paraguayos, recibió el título de doctora honoris causa de la Universidad Nacional de Asunción y varios premios en el campo del arte en Río de Janeiro, São Paulo y Madrid. Integraba la Sociedad de Autores Argentinos y en 1989 y 1994 estuvo nominada al Premio Cervantes, considerado el más prestigioso en lengua española.