Los versos de matices neosimbolistas de las primeras obras de la escritora carioca reunidos en su primer libro, Espectros (1919), adquieren marcas cercanas a las de la segunda fase del Modernismo, cuando la poeta se aproxima a las vanguardias. Tal característica fue desarrollada en la producción poética de la profesora, traductora y cronista. Con mucha habilidad para equilibrar la precisión de las rimas con la sonoridad de un léxico metafórico, fue una de las representantes más expresivas de la poesía brasileña. Según Alfredo Bosi, ella era quien modulaba “con más felicidad los metros breves”. En su poesía resuenan rasgos remanentes del Simbolismo, característica que comparte con el poeta gaúcho Mario Quintana.
Su producción poética se dirige también a los niños, un público al que se dedicó cuando concibió la primera biblioteca infantil de Río de Janeiro. Otro aspecto de su prosa contempla ensayos y conferencias sobre literatura, educación y folclore divulgados en muchos viajes al exterior. Dichas incursiones no la alejaron de la estrecha convivencia con los poetas Manuel Bandeira y Gabriela Mistral. Otras obras: Romanceiro da Inconfidência (1953); Inéditos (1968).