La compañía Sol del Río, de El Salvador, fue creada en 1973 por un grupo de estudiantes recién egresados del Centro Nacional de Artes de San Salvador, entre los cuales estaban Saúl Amaya y Fidel Cortez. Conocido originalmente como Sol del Río 32, el grupo realizó el trabajo independiente más importante del país en la década de 1970, sólo comparable al del colectivo Actoteatro, que existió entre 1975 y 1982. Sus producciones en esa década fueron creaciones colectivas, aun cuando estuvieran basadas en textos como el del colombiano Enrique Buenaventura (La autopsia).
En 1977 el grupo invitó a Carlos Vides para dirigir sus trabajos y puso en escena el texto El retablo del flautista, del catalán Jordi Teixidor, comenzando así una colaboración más efectiva con artistas extranjeros. En 1980, bajo la dirección de César Campodónico –del grupo uruguayo El Galpón–, Sol del Río 32 montó el espectáculo La segura mano de Dios, inspirado en el poema del escritor revolucionario salvadoreño Roque Dalton, asesinado en 1975. Ese año, con el inicio del conflicto armado en el país, la compañía se exilió en México y después en Nicaragua. Parte del grupo se quedó en estos países, mientras otros integrantes se repartieron entre Canadá y Dinamarca. En 1988, y ya con el nombre Sol del Río, la compañía regresó a El Salvador, entonces bajo la dirección de Fernando Umaña, uno de los miembros fundadores que estudiaba teatro en la Unión Soviética desde 1978. En 1992, año en que concluyó la guerra civil, el grupo puso en escena, a invitación del Festival de Cádiz, un colaje de textos latinoamericanos bajo el título Tierra de cenizas y esperanza, dramaturgia colectiva coordinada por Carlos Vélis. Al proyecto se sumó la producción del Festival Centroamericano de Teatro y la creación de talleres pedagógicos del Teatro Estudio Sol del Río. Desde el alejamiento de Fernando Umaña, los espectáculos del grupo –con una nueva generación de actores– han sido dirigidos por Saúl Amaya y Fidel Cortez.