Uno de los más aclamados pintores del muralismo mexicano, Diego Rivera empezó su formación artística en la Academia de San Carlos, en 1896, en la Ciudad de México. Fue discípulo de José María Velasco (1840-1912), precursor de la moderna pintura mexicana que trascendió el estilo académico rumbo al historicismo nacionalista y a la descripción de las costumbres populares. Bajo esa influencia, Rivera pintó en 1904 sus primeros paisajes. En 1906 presentó 26 trabajos en la exposición anual de la Academia de Bellas Artes y participó en la exposición de pintura moderna organizada por la revista Savia Moderna.
Rivera estudió en España en 1907 y, dos años después, en París, con el pintor académico Víctor-Octave Guillonet. Expuso en la Sociedad de Artistas Independientes y en la Academia de San Carlos, cuando regresó a México. En 1911 volvió a Europa para exponer en el Salón de Otoño. Su fase precubista concluyó en 1913, cuando participó de la exposición colectiva de la galería de Berheim Jeune.
En 1914, ya muy cercano en su estilo a Picasso, a Gris y a pintores de Montparnasse que se agruparon con el nombre de Escuela de París, Rivera tuvo su primera exposición individual en la Galería Berthe Weill. En 1916 construyó La chose, un aparato óptico que permitía realizar cuadros cubistas, expuesto en la Modern Gallery de Nueva York. Un año después, se distanció del teórico del cubismo Pierre Reverdy y del movimiento, y retomó la figuración, dejando transparentar la influencia de Cézanne. Ahondando sus diferencias con la escuela parisiense, en 1919 participó de una exposición de pintura figurativa en París, en el mismo año en que se encontró con el futuro compañero muralista David Alfaro Siqueiros.
En 1921, después de pasar por Italia e iniciar su segunda fase costumbrista, volvió a México, donde se contactó con el teórico José Vasconcelos (1882-1959). Influenciado por la cultura precolombina, dio un nuevo rumbo a su espíritu vanguardista. En 1922 inició su primera obra mural, La creación, en el Anfiteatro de la Escuela Preparatoria. También empezó a decorar el fresco del primer patio de la Secretaría de Educación Pública, al mismo tiempo que ingresaba al Partido Comunista Mexicano, integrando el Comité Central de la agrupación, junto a Siqueiros.
En 1923 participó de la creación del Sindicato de Pintores, Escultores y Grabadores Revolucionarios de México. En ese momento, con Siqueiros y José Clemente Orozco (1883-1949), empezó a ser reconocido el llamado Movimiento Muralista Mexicano, que se basó en grandes obras públicas inspiradas en la historia política y social de México, especialmente en las insurrecciones populares. En 1925, Rivera abandonó el partido, pero regresó al año siguiente, cuando recibió un premio en Los Ángeles. Después de pasar por la Unión Soviética, lo expulsaron del partido en 1929, año en que se casó con Frida Kahlo. Fue nombrado director de la Escuela de Artes Plásticas de la Universidad Nacional, en México, pero sus proyectos causaron tantas polémicas que, en 1930, renunció al puesto y viajó a San Francisco, donde inició una larga y turbulenta carrera.
En 1931 pintó Alegoría de California y Construcción de un fresco, en la California School of Fine Arts. Cuando preparaba una exposición para el recién creado Museo de Arte Moderno de Nueva York, Rivera se acercó a Nelson Rockefeller, quien lo invitó a decorar el lobby del Rockefeller Center de Nueva York. En 1933, al pintar el mural El hombre en una encrucijada para el edificio de la Radio Corporation of America, que incluía un retrato de Lenin, el artista recibió violentas críticas de la prensa y un apoyo importante de sectores progresistas de Nueva York. Rockefeller mandó borrar y destruir el mural, todavía inconcluso. Tras realizar una serie de frescos para la New Workers School de Nueva York, volvió a México, donde pintó una segunda versión de El hombre en una encrucijada, en el tercer piso del Palacio de Bellas Artes de México.
En 1937, luego de varias obras polémicas, recibió a Leon Trotsky en la “Casa Azul de Coyoacán”, donde vivía con Frida Kahlo. En 1939 se distanció de Trotsky y al año siguiente se separó de Kahlo, con quien volvió a vivir poco tiempo después. En los años 40 ejecutó una serie de obras públicas en México, pronunció conferencias y se involucró en diversas polémicas. En 1946 integró, con Orozco y Siqueiros, la comisión de Pintura Mural del Instituto Nacional de Bellas Artes. En 1948, un retrato del escritor y político Ignacio Ramírez, “El nigromante” (1818-1879), en el cual se podía leer la frase “Dios no existe”, incluido en un mural del Hotel del Prado, provocó una violenta reacción que obligó al artista a borrar la frase y a retocar la obra damnificada.
En 1952 realizó para la exposición Veinte Siglos de Arte Mexicano un mural transportable llamado Pesadilla de guerra y sueño de paz, en el cual representó, entre otros, a Stalin y Mao Tsé-Tung. Después de la muerte de Frida Kahlo en 1954, Rivera regresó al Partido Comunista y, en 1955, se casó con Emma Hurtado. Donó al pueblo mexicano la casa en la que vivió con Kahlo y su colección de piezas precolombinas. Su más ambicioso proyecto –un mural épico sobre la historia de México para el Palacio Nacional– quedó inconcluso. Dejó grandes paneles en México, los Estados Unidos, China y Polonia.