Con la publicación de la novela La traición de Rita Hayworth en 1968, luego de tres años de espera por la velada censura de las editoriales, el escritor argentino imprimió un rasgo de originalidad a la historia de la literatura hispanoamericana. El libro, escrito en su totalidad con diálogos, inicia la estética de una nueva forma de narrar, porque intercala en la narración fragmentos de radionovelas, diarios, diálogos telefónicos, produciendo un efecto de lectura que intenta despertar en el lector la sensación de oír los relatos narrados. Ese “efecto Puig”, como lo denominó su compatriota Ricardo Piglia, es la marca que se perpetúa en toda su obra, compuesta por novelas, guiones de cine y obras de teatro.
Su prosa también está atravesada por la temática del erotismo, por el universo cinematográfico focalizado en la trayectoria ficcional de las estrellas hollywoodenses, el psicoanálisis y el folletín (Los ojos de Greta Garbo, 1993).
Realizó casi toda su producción literaria fuera de la Argentina, desde que en los años 60 se marchó a Europa para estudiar cine. Vivió en Río de Janeiro y estableció profundas relaciones con Brasil, cuyo resultado fueron la novela Sangre de amor correspondido (1982) y la adaptación cinematográfica de El beso de la mujer araña (1976) realizada por el director argentino-brasileño Héctor Babenco.
El estilo paródico con el que desarrolla sus tramas, contextualizando personajes con rasgos de la estética kitsch en un mundo fantasioso y pop, obtuvo de parte de la crítica una pésima recepción a comienzos de los años 70. Fue después de la publicación de La traición de Rita Hayworth cuando aparecieron elogios de nombres como los de Emir Rodríguez Monegal, Severo Sarduy y Juan Goytisolo.
A ejemplo del brasileño Roberto Drummond, retrata el mundo bajo un sesgo estético político que incorpora al plano literario los lenguajes de los medios masivos de comunicación. Otras obras: Boquitas pintadas (1969); Pubis angelical (1979).