La vida de la dibujante, poeta, novelista, militante de izquierda, periodista, profesora y traductora Patrícia Rehder Galvão, Pagu, fue tan agitada como podría serlo para una mujer brasileña que ejerciera todos esos oficios en los primeros años del siglo XX. A los tres años de edad, Pagu se fue a vivir a São Paulo. A los quince, inició su colaboración en periódicos, actividad que ejercería durante toda su vida. En 1928, el poeta modernista Raul Bopp –que le dio el apodo a Pagu por creer que su nombre era Patricia Goulart– la presentó al también poeta y modernista Oswald de Andrade y a su esposa, la pintora Tarsila do Amaral. Dos años después, Pagu se casó con Oswald, con quien ya tenía un hijo, Rudá de Andrade. En 1931 ingresó en el Partido Comunista Brasileño (PCB) y fue llevada presa en Santos por participar de un mitin durante una huelga de estibadores.
Al año siguiente vivió y trabajó en un barrio operario de Río de Janeiro. Enferma, fue socorrida por Oswald de Andrade. En 1933 publicó la novela Parque industrial, considerada la primera novela socialista brasileña, precursora de la “novela social”. Allí escribió: “[…] en todos los países del mundo capitalista amenazado existe un Brás” (barrio paulista donde en aquella época había una gran concentración de fábricas). En 1935 fue apresada nuevamente, acusada de participar en el fracasado levantamiento comunista liderado por Luiz Carlos Prestes; permaneció recluida cuatro años. En esa época se separó de Oswald de Andrade.
Liberada, se casó por segunda vez en 1940, con Geraldo Ferraz. De la unión nació Geraldo Galvão Ferraz. En 1949 intentó suicidarse por primera vez. Al año siguiente se presentó como candidata a diputada estadual por el Partido Socialista Brasileño. En 1962 sufrió una operación malograda en París e intentó otro suicidio. Murió, víctima de cáncer, en ese mismo año.
Publicó dos novelas (Parque industrial y La famosa revista, en 1945), un panfleto político y diversos poemas y artículos en la prensa. Su último poema, publicado tres meses antes de su muerte, en la víspera del viaje a París, decía: “Nada nada nada/ Nada más que nada/ […] Abrí mi abrazo a los amigos de siempre/ Comparecieron poetas/ Algunos escritores/ Gente de teatro/ Locos en el aeropuerto/ Y nada”.