Oscar Lorenzo Jacinto de la Inmaculada Concepción Teresa Díaz era el nombre de bautismo de Oscarito, tal vez el mayor comediante que el cine brasileño haya conocido durante los años 1940 y 1950. Oriundo de una familia que trabajaba en el circo hacía décadas, llegó a Brasil con sus padres en 1907, cuando sólo tenía un año de edad. Desde pequeño participó de espectáculos circenses y teatrales (en teatros modestos de los suburbios, al principio) y se consagró con puestas en teatros de revista de Río de Janeiro.
Hasta el fin de sus días no dejó de trabajar en el teatro, donde obtuvo gran éxito popular con su compañía, que también contaba con Margot Louro, su esposa, y con su hija Myriam Therezinha. Hizo radio, grabó discos con músicos de carnaval y tuvo programas en la TV Rio y en la TV Tupi. Su actuación en dúo con el actor Grande Otelo en el cine obtuvo una repercusión histórica, se destacaron sus trabajos en Aviso aos navegantes (Watson Macedo, 1950), Dupla do barulho (Carlos Manga, 1953), Nem Sansão nem Dalila (Carlos Manga, 1954), este último, una parodia de la obra épica Sansón y Dalila. Con Otelo también realizó Noites cariocas (Enrique Cadícamo, 1935), Céu azul (Wallace Downey, 1940) y, ya en Atlântida, Tristezas não pagam dívidas (José Carlos Burle y Rui Costa, 1944). Su carrera cinematográfica incluyó el pasaje por las compañías Cinédia y Sonofilme y, posteriormente, pasó a ser exclusivo de Atlântida y quedó al frente de un bien estructurado star system.
Comediante completo, representó como nadie, en las chanchadas, al hombre simple brasileño, además de, según João Luiz Vieira, parodiar a Nijinsky en A dupla do barulho; a Gilda, de Rita Hayworth, en Este mundo é um pandeiro (Watson Macedo, 1947), a Getúlio Vargas en Nem Sansão nem Dalila, y a un grotesco travesti del personaje de la actriz Eva Todor en Os dois ladrões (Carlos Manga, 1960). En Carnaval no fogo (Watson Macedo, 1950), junto con Otelo, parodió a Romeo y Julieta en escenas antológicas. Manga, quien lo dirigió varias veces, elogiaba constantemente su profesionalismo y su capacidad de trabajo, lo que le permitía extenderse en jornadas que duraban toda la noche. Falleció en un momento en el que prácticamente no encontraba más lugar para ejercer su oficio en las pantallas.