Grupo teatral cubano, fundado el 1.o de febrero de 1958 por Vicente y Raquel Revuelta, como una respuesta a la tendencia comercial o de simple pasatiempo predominante en las salas de bolsillo, y dando continuidad a un largo proceso de esfuerzos por reivindicar el lugar de los escenarios.
Un manifiesto firmado por ocho artistas proclamó la fundación del Grupo Teatro Estudio:
para analizar nuestras condiciones de medio, culturales y sociales, para elegir las obras, seleccionándolas por su mensaje de interés humano. Y para perfeccionar nuestra técnica de actuación, hasta lograr una definitiva unidad de conjunto, de acabada calidad artística según los modos escénicos modernos, que nos capacite para ir ayudando a fomentar un verdadero teatro nacional […]
La acción convalidaba el papel del grupo como forma de organización ideal para la creación escénica, con un espacio estable en el cual fuera posible emprender el entrenamiento y el estudio sistemáticos para sostener un repertorio (expresión artística de una concepción de mundo) en forma orgánica, y la transmisión de conocimientos y experiencia como instancia de formación y continuidad imprescindibles.
El segundo manifiesto, titulado “A la opinión pública”, de abril de 1959, demuestra cómo se habían cristalizado los propósitos en el montaje de Viaje de un largo día hacia la noche, de Eugene O’Neill, mientras llegaba al poder la Revolución triunfante, y agrega: “Hoy en día no tenemos derecho de hacer teatro en Cuba si no lo hacemos con el fin de exponer los problemas que enfrenta el país”.
La trayectoria del grupo se ha visto signada por el fomento de la Sala Ñico López y a continuación por el de la sala Hubert de Blanck como sede permanente de consolidación de un repertorio y formación de un público; por el montaje de Fuenteovejuna, de Lope de Vega, visto en su temporada de estreno por más de 28.000 espectadores; por la incorporación del repertorio brechtiano y de su lectura original por Vicente Revuelta, con hitos como El alma buena de Se Chuán, Madre Coraje o Galileo Galilei; por la puesta en escena de La noche de los asesinos, de José Triana, en el montaje de Vicente Revuelta, merecedor del Premio Galo de La Habana, de la Casa de las Américas, y protagonista de una exitosa gira europea; por el apoyo a la dramaturgia nacional con el lanzamiento de autores como Héctor Quintero y sus piezas emblemáticas Contigo pan y cebolla y El premio flaco; por el rescate y la recreación del teatro clásico cubano del siglo XIX que realizó Armando Suárez del Villar y sus notables montajes de textos de Joaquín Lorenzo Luaces, José Jacinto Milanés y Gertrudis Gómez de Avellaneda; por la investigación desarrollada por Berta Martínez sobre la obra de García Lorca, con reconocidos estrenos de Bodas de sangre, La casa de Bernarda Alba y La zapatera prodigiosa, y sobre los recursos de la zarzuela española y su articulación con lo vernáculo; por el ámbito de consagración de un autor fundamental como Abelardo Estorino que, en su escenario, probó los mecanismos de la escritura de obras como Ni un sí, ni un no, Morir del cuento, Las penas saben nadar y Vagos rumores, y donde comenzó también su carrera como director; por el Taller de Teatro Estudio, como espacio de experimentación de teorías y prácticas de la vanguardia internacional y, finalmente, por el Taller Infantil, vía de extensión comunitaria y semillero de futuros profesionales.
El eclectismo del repertorio fue escuela para notables personalidades como Ernestina Linares, Helmo Hernández, Roberto Blanco, Flora Lauten, José Antonio Rodríguez, Omar Valdés, Herminia Sánchez, Ana Viña, Hilda Oates, Isabel Moreno, Adolfo Llauradó, Eduardo Vergara, Miriam Learra, Adria Santana, entre otros, así como laboratorio de descubrimientos para el escenógrafo Raúl Oliva, los productores musicales Marta Valdés y Juan Piñera y los iluminadores Carlos Repilado y Saskia Cruz.
En el año 1990, el grupo se dividió en dos: la Compañía Hubert de Blanck y el Teatro Estudio. La primera continúa su trabajo con Abelardo Estorino, Berta Martínez y otros directores, mientras que el Teatro Estudio no se presenta desde Café Brecht y La zapatera prodigiosa, de Vicente Revuelta, en 1998.