Manuel Francisco dos Santos nació en Pau Grande, distrito rural de Magé. Cuando todavía era niño recibió el apodo de Garrincha (el nombre de un pájaro pequeño, marrón y con rayas negras en el dorso, también llamado cambaxirra), con el que se hizo mundialmente conocido. Nació con las piernas torcidas –la izquierda arqueada hacia afuera y la derecha hacia adentro, casi paralelas– y una de ellas seis centímetros más larga que la otra. Pero esas piernas lo ayudaron a convertirse en el rey de la gambeta y el mejor delantero derecho de la historia del fútbol.
Garrincha empezó a jugar a los catorce años en Pau Grande, hasta que, a sus veinte años, fue vendido al Botafogo por quinientos cruzeiros (el equivalente a 27 dólares o, en aquella época, al precio de una bicicleta). Pasó la mayor parte de su carrera profesional en ese club, marcada por títulos como el del campeonato carioca de 1957 y el del bicampeonato en 1961-1962. Hizo 243 goles en 612 partidos entre 1953 y 1965. Si no ganó más títulos, fue debido al indiscutible predominio del Santos de Pelé en la misma época. Del Botafogo pasó a integrar la selección brasileña, con la que ganaría dos títulos mundiales: Suecia 1958 y Chile 1962 (año en que fue elegido como el mejor jugador de fútbol del mundo). De los sesenta partidos que jugó con la selección, ganó 52, empató siete y sólo perdió uno, contra Hungría. Jugó la Copa del Mundo de Inglaterra en 1966, donde sufrió un fracaso absoluto. A partir de entonces pasó por varios equipos, como el Corinthians y el Flamengo, hasta su retiro definitivo en 1973. Al poco tiempo cayó en el alcoholismo, que le provocaría la muerte por edema pulmonar el 20 de enero de 1983, a sus cincuenta años. Sus restos fueron velados en el estadio Maracaná, al que asistieron millares de hinchas que lo habían apodado “la alegría del pueblo”.