Descendiente de italianos, Lucio Fontana hizo su vida artística entre la Argentina e Italia, manteniendo uno de los diálogos más significativos entre la vanguardia abstracta europea y sus equivalentes en América Latina. Entre 1905 y 1921 residió en Milán, donde estudió escultura. En 1924, ya de regreso en su ciudad natal, abrió un taller de escultura. Sus trabajos de la década de 1920 fueron marcados por la influencia de Picasso y Archipenko. Entre 1928 y 1930 volvió a vivir en Milán y estudió con el escultor Adolfo Wildt en la Academia de Brera. Durante ese período creó el túmulo de Berardi en el Cementerio Monumental de Milán y participó en diversas exposiciones en Europa. En 1935 expuso sus impactantes piezas de concreto y hierro en París. Regresó a la Argentina en 1940, donde vivió hasta 1947.
Como profesor de la Escuela de Bellas Artes de Buenos Aires trabajó con el crítico de arte Jorge Romero Brest, con quien organizó –mientras todavía residía en Buenos Aires– la Academia de Altamira, un importante centro cultural. De esa academia salió el famoso Manifiesto blanco –dictum de la poética espacialista– que posteriormente se concretó en las obras realizadas por Fontana tras su regreso a Italia.
Fontana fue más allá de los límites de la pintura y la escultura, y prolongó su actuación militante con sus manifiestos teóricos y programáticos sobre el arte abstracto. En 1947, en Milán, firmó el I Manifesto dello Spazialismo, al que siguieron otros cuatro, además del Manifesto spaziale per la televisione (1952). Basándose en esas ideas inició, en 1949, una profunda investigación sobre el espacio en la pintura. De 1953 a 1967 realizó una serie de exposiciones importantes. En líneas generales, su pintura se basaba en un espacio monocromático cortado por hendiduras y perforaciones (conceptos espaciales, como él los llamaba) que introducían la noción de espacio en el soporte bidimensional. Con el tiempo, además de las perforaciones, fue agregando diferentes elementos en forma de colajes. Además de las pinturas espaciales, Fontana creó los Teatrini –formas situadas a medio camino entre la pintura y la escultura– y los Ambientes, proyectados para ser “formas, colores y sonidos por medio del espacio”. Cuando murió ya era considerado un precursor del minimalismo europeo y del abstraccionismo latinoamericano.