Se inició en el periodismo a los diecisiete años, actividad que le permitió componer crónicas notables, como las reunidas en el volumen Vietnã do Norte, 1977. Preocupado con los profundos y violentos cambios sociales, declaró en los años 60 que “el intelectual no tiene derecho de eximirse” de las cuestiones nacionales. De ello dio prueba, al lado de Darcy Ribeiro, con su lucha en defensa de los pueblos indígenas. Durante la Segunda Guerra Mundial fue corresponsal de la BBC de Londres, tema de su novela Memórias de Aldenham House (1989), que selló en su trayectoria el fértil diálogo entre periodismo y literatura, veta muy explotada en los años 70, entre otros, por Ignácio de Loyola Brandão.
Publicó en 1967 Quarup, leído por la generación de los revolucionarios de izquierda que se inclinaban sobre Pessach: a travessia, de Carlos Heitor Cony. En las novelas subsiguientes, problematizó la actuación de los movimientos políticos en Sempreviva (Siempreviva) (1981) y la función del intelectual latinoamericano en A expedição Montaigne (1983), que marca la crisis del escritor comprometido. También fue autor de diversas piezas teatrales, como Pedro Mico (1957), una de las primeras en colocar al negro como protagonista en la dramaturgia brasileña, y de otras novelas, como Reflexos do baile (1976).