Pensador y ensayista argentino, dedicó su vida a la producción de un pensamiento marxista de raíz latinoamericana. Junto con José Carlos Mariátegui, Juan Marinello y Vicente Lombardo Toledano, formó un grupo de intelectuales que, durante las primeras décadas del siglo XX, utilizó el materialismo histórico para analizar la realidad sociopolítica y las luchas populares en los países de la región.
Cursó hasta tercer año de medicina y, luego de un aplazo que consideró injusto, interrumpió sus estudios formales. Despreciando el título de médico, continuó de manera sistemática sus estudios en Psicología. Fue un intérprete serio de la Reforma Universitaria de Córdoba (Argentina) de 1918. Se desempeñó como colaborador de José Ingenieros en la Revista de Filosofía y fue su sucesor en el cargo. Fundó, entre otras instituciones, el Colegio Libre de Estudios Superiores, publicó una revista de política y ocupó cátedras de psicología en varias casas de estudios, como el Instituto Nacional del Profesorado de Buenos Aires. Fue, además, crítico literario en las revistas El Hogar y Nosotros, en la década de 1920.
Tras su visita a la Unión Soviética, Ponce adhirió explícitamente al marxismo, razón por la cual fue exonerado de sus cargos en 1936. Se instaló en México, donde dictó cursos de psicología, ética, sociología y dialéctica en distintas universidades, mientras actuaba en el terreno político.
Es autor, entre otras obras, de: La vejez de Sarmiento, evocación de diversas figuras argentinas de la Generación de 1880 (libro con el que obtuvo el Primer Premio Municipal de Literatura de Buenos Aires); Del humanismo burgués al humanismo proletario; Un cuaderno de croquis; Ambición y angustia de los adolescentes, tal vez una de sus obras más difundidas; Sarmiento, constructor de la nueva Argentina; Diario íntimo de una adolescente; De Erasmo a Romain Rolland. El libro Educación y lucha de clases, donde revisó la historia de la educación desde una perspectiva marxista, tuvo una notable influencia en el pensamiento político, pedagógico e historiográfico progresista de la izquierda latinoamericana. “Ponce desbarata muchas leyendas, desmorona muchos mitos e introduce nuevas lecturas posibles de hechos conocidos a través de la historia académica oficial”, afirma C. Lozano Seijas, gran conocedor y estudioso de la obra ponciana.
Murió en México en un accidente automovilístico. En su vasta producción, cumplió “los deberes de la inteligencia” que él mismo había detallado: la responsabilidad política y ética del intelectual frente a los problemas de su tiempo y de su mundo, la severidad y rigurosidad del método elegido, la valentía de pensar y escribir contra el poder y las injusticias instituidas.