El jesuita argentino Jorge Mario Bergoglio fue el primer sacerdote latinoamericano en convertirse en papa. Sucedió a Benedicto XVI, que renunció al papado. Después de dos días de conclave, fue elegido pontífice el 13 de marzo de 2013. Adoptó el nombre de Francisco, por San Francisco de Assis, el santo italiano que renunció a una vida cómoda para dedicarse a los pobres y la naturaleza.
Jorge Mario Bergoglio nació en el barrio de Flores, en la capital federal. Sus padres, el contador Mario Bergoglio y Regina, ama de casa, eran italianos del Piamonte que habían emigrado a la Argentina. El futuro papa se formó en química, pero a los 20 años, en 1957, decidió hacerse sacerdote. Ingresó en el seminario de Villa Devoto y en 1958 inició el noviciado en la Compañía de Jesús. Se ordenó sacerdote en 1969. En 1992 fue designado obispo auxiliar de la capital argentina, arzobispo en 1998, y en 2001 fue nombrado cardenal por el papa Juan Pablo II.
Bergoglio tiene una sólida formación intelectual. Antes de ser papa, dividía su tiempo entre la vida religiosa y la vida académica. Fue rector de la Facultad de San Miguel durante seis años y se doctoró en teología en Friburgo, Alemania. Hombre de hábitos sencillos, cultiva la austeridad y siempre adoptó posturas a favor de los pobres y de la justicia social. Incluso así, sobre él acecha la sombra de una acusación hecha por militantes de los derechos humanos: en los años setenta, durante la dictadura militar argentina, habría facilitado que las fuerzas de represión capturaran a dos jesuitas sospechados de luchar contra el régimen –lo que siempre negó–.
Como arzobispo de Buenos Aires, Bergoglio reveló una posición ortodoxa frente a temas como la homosexualidad, el aborto y el uso de métodos anticonceptivos. Por otro lado, mantuvo una relación conflictiva con el ex presidente Néstor Kirchner, y luego con su sucesora y esposa, Cristina Kirchner, cuyos gobiernos estuvieron marcados por avances en el campo de las costumbres, como la legalización del casamiento entre personas del mismo sexo.
Sin embargo, como papa flexibilizó su discurso y adoptó posiciones algo más progresistas. Trabajó también para reestructurar diversas instituciones de la Iglesia. Creó, por ejemplo, una comisión para reformar el Instituto para las Obras de Religión (IOR), el llamado banco del Vaticano, fuente de diversos escándalos financieros. Mostró mano firme en relación con los sacerdotes acusados de abusar de menores. Aprobó una reforma en el código penal de Santa Fe que reforzó las sanciones contra crímenes sexuales. Dio lugar a la discusión ecológica dentro de la religión con la encíclica Laudato si, publicada en 2015, que trata del problema ambiental. Y trabajó por el acercamiento entre los Estados Unidos y Cuba, países que restablecieron sus relaciones diplomáticas en julio de 2015.